Homenaje a Aquiles Nazoa
Nació en la ciudad de Caracas el 17 de mayo de 1920. Sus padres fueron Rafael Nazoa y de Micaela González. Realiza sus primeros estudios en el Colegio El Buen Cosijo, siendo su mentor y guía el padre Julián Fuentes Figueroa.
Su desarrollo intelectual y profesional
Debido a la situación económica que vivía, comienza a trabajar cuando apena tenía doce años y se vio obligado a hacerlo para ayudar a su familia, por lo que debió completar su formación de manera autodidacta. Así, entre 1932-1934, se desempeñó en múltiples oficios, tales como aprendiz de carpintería, telefonista y botones del hotel Majestic de Caracas. También fue empleado de una bodega.
Hacia 1935, Nazoa ingresó al diario caraqueño El Universal, donde trabajó como empaquetador, archivista de clisés y, posteriormente, como tipógrafo y corrector de pruebas. Por este tiempo aprendió a leer el francés y el inglés, lo que le permitió en 1938 obtener un puesto como guía en el Museo de Bellas Artes. Siendo corresponsal del diario El Universal en Puerto Cabello y debido a un artículo suyo en el que criticaba la actuación de las autoridades en la erradicación de la malaria, le valió una demanda del Concejo Municipal de Puerto Cabello por difamación e injuria, y es hecho prisionero en el año de 1940.
Sus logros
Tras recuperar su libertad regresa a Caracas y lo veremos en la emisora Radio Tropical y diario El Universal, donde tiene un columna periodística de muy buen acogida por los lectores de ese importante matutino, que llevaba por nombre “Por la misma calle”. De ahí pasa a formar parte del equipo del diario Últimas Noticias como corrector de pruebas y reportero telefónico, y surgió su célebre seudónimo Lancero, con una sección llamada A punta de lanza, dedicada a sus poemas humorísticos.
Nazoa comienza a mostrar su vena de excelente humorista en el semanario satírico El Morrocoy Azul , bajo el seudónimo Jacinto Ven a Veinte, y publicó Aniversario del color, poesías y Método práctico para aprender a leer en VII lecciones musicales con acompañamiento de gotas de agua, que consistía en una serie de poemas infantiles en prosa.
En 1943, lo veremos como colaborador del diario El Nacional, y de las revistas Élite y Fantoches.
Nazoa viajó a Colombia en 1944, donde pudo participar en la revista Sábado con cierta regularidad, y luego se trasladó a Cuba. A su regreso a Venezuela, publicó el libro El transeúnte sonreído, que incluyó dos de sus poemas más recordados, como son Balada pesimista y Anotaciones de un aburrido. A finales de la década de los ‘40 ganó el Premio Nacional de Periodismo en la especialidad de escritores humorísticos y costumbristas.
Sus primeros libros
En 1950 salieron dos libros de Nazoa: El Ruiseñor de Catuche y Marcos Manaure (idea para una película venezolana, que contó con el prólogo de Juan Liscano). Cuando El Morrocoy Azul fue controlado por el gobierno, Nazoa y los demás periodistas pasaron a trabajar en la revista humorística El tocador de las señoras. No obstante, la situación política se hizo cada vez más difícil, y no tuvo otra opción que exiliarse.
El retorno.
Nazoa regresa a Venezuela a la caída del dictador Marcos Pérez Jiménez. Asu llegada escribe en la revista Dominguito, fundada en febrero de 1958 por Gabriel Bracho Montiel. Un año después, Nazoa desarrolló con su hermano Aníbal la obra Una señora en apuros, que fue una interesante publicación humorística de poca vida. Lo mismo sucedió con El Fósforo, del cual fue editor.
Durante esos años, Nazoa produjo una gran cantidad de obras como Caperucita criolla, Diez poetas venezolanos contemporáneos, Poesía para colorear, El burro flautista, Cuentos contemporáneos hispanoamericanos, Los dibujos de Leo y Caballo de manteca.
Aparte de su labor poética, Nazoa escribió una serie de libros, entre los que se cuentan el ensayo Cuba, de Martí a Fidel Castro de 1961; Caracas, física y espiritual; y Humorismo gráfico en Venezuela.
En 1970 publicó Humor y amor de Aquiles Nazoa, una compilación de sus mejores obras, y Retrato hablado de matapalo.
Durante la década de los 70, Nazoa, además de preparar libros como La vida privada de las muñecas de trapo, Raúl Santana con un pueblo en el bolsillo y Leoncio Martínez, genial e ingenioso (publicado después de su muerte), dicta charlas y conferencias, mantiene un programa de televisión titulado Las cosas más sencillas y proyecta la formación de un grupo actoral que pusiera en práctica el teatro para leer.
Su inesperada partida
Aquiles Nazoa falleció en un accidente de tránsito en la autopista Caracas-Valencia el 25 de abril de 1976, dejando un ejemplo de pulcritud, intelectualidad y enseñanzas e a las generaciones futuras.
En su memoria se creó, por proposición de Pedro León Zapata, la cátedra libre de humorismo Aquiles Nazoa, inaugurada el 11 de marzo de 1980.