Era la época de la Venezuela bonita y rural; de los saludos entre vecinos, de los 2 turnos y del guardapolvo para hembras y varones en ambas escuelas; la Caucagua de entonces distaba mucho de la insegura y bulliciosa de la actualidad.
Tres ó 4 panaderos se disputaban el mercado de la población: Julián González, Francisco Sosa, quien además era músico, Covita y Víctor “El Cuquero”. El negocio de Francisco Sosa operaba en la inmensa bajada y subida del puente; el de Julián González al lado de Pragedes Vicuña donde hoy reside la profesora Criseida Josefina Monges, mientras que Covita explotaba el comercio de panadería en su propia residencia de la Calle El Placer, diagonal al Centro de Salud H. Rivero Saldivia y al lado de la bodega de José Gregorio Pedrón. Víctor “El Cuquero” era un hombre muy agradable que se desplazaba por las distintas calles caucagüenses con un gran canasto al hombro.
El valor del pan de entonces era de una locha ; es decir, 12 céntimos y medio de bolívar. Eso significaba que con un bolívar de pan comía toda una familia. O si preferían, compraba el bollo de pan que costaba un bolívar y era inmenso. Recuerdo a Covita, de baja estatura y blanquito; tirando a “bachaco” y hablaba así, entre la nariz; era muy serio; nunca sonreía.
Y en cierta ocasión adquirió una motoneta de carga para repartir el pan y llevarlo hasta el centro del pueblo, tal vez para conquistar mayor clientela. Pero como era tan serio y conducía la motoneta así como que se le caía, al verlo pasar los muchachos gritaban : “miren a covita en moto”, y soltaban la carcajada… él se molestaba, – vaya usted a saber la razón-, hasta cuando un buen día y antes de que su vehículo cumpliera 3 meses, vendió la moto, dizque porque no permitiría que le mamaran gallo y siguió atendiendo su negocio desde el mostrador, en su casa.
Y de Víctor cuyo apellido desconozco, diríamos como antes apuntaba, que salía de El Placer con su canasta al hombro vendiendo unas bonitas y divinas catalinas recién hechas y tostaditas. En la población todo el mundo llamaba a las catalinas “cuquitas” y cuando observaban venir a Víctor decían : “Ahí viene Víctor el cuquero “. Así se le conoció durante toda su existencia.. Abra de nuevo esta ventana si Dios quiere, el próximo lunes. Hasta entonces.
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