Los cancilleres de la Organización de Estados Americanos (OEA) analizarán en Washington el 31 de mayo la situación en Venezuela, elevando a un punto más alto la presión internacional frente a una crisis en el país suramericano que no da respiro.
Una mayoría de 18 países de los 34 que componen la OEA fijó la fecha de la reunión de ministros durante una inusual y expedita sesión del Consejo Permanente, mientras la oposición venezolana empezaba una séptima semana de protestas callejeras para exigir la salida del presidente Nicolás Maduro, que dejan 38 muertos.
Pero con el solo rechazo de Nicaragua y la abstención de trece países -prácticamente todo el Caribe-, la OEA dejó nuevamente a la vista sus divisiones sobre cómo aproximarse a la situación en el país petrolero.
Liderados por México y Canadá, muchos gobiernos proponen medidas urgentes para acabar con la conflictividad política y piden a Maduro que garantice la seguridad de los manifestantes.
Según la Carta de la OEA, el objetivo de la reunión de ministros es «considerar problemas de carácter urgente y de interés común para los Estados americanos, y para servir de órgano de consulta».
“Acción hostil”
Sin Venezuela presente, el embajador alterno nicaragüense Luis Alvarado expresó la oposición a la convocatoria, denunciando una «acción inamistosa y hostil».
«Es inadmisible que sin autorización de sus autoridades (de Venezuela) se haya convocado esta reunión», señaló.
La cita de consultas de cancilleres marca el punto más alto en los debates sobre Venezuela en la OEA, que han copado la agenda del organismo continental desde que su secretario general, Luis Almagro, denunció un devenir antidemocrático hace casi un año.
AFP