En los últimos viajes y reuniones del diputado Julio Borges a Washington, se ve la aviesa intención de convertirse en el administrador de la Venezuela neocolonizada por el imperialismo norteamericano
En la Antigua Roma, el procónsul era un designado para gobernar con poderes delegados en una provincia, en nombre de la metrópolis. Cuando observamos los últimos viajes y reuniones del diputado Julio Borges a Washington, identificamos la aviesa intención de convertirse en el administrador de la Venezuela neocolonizada por el imperialismo norteamericano.
Nunca antes en nuestra patria, ni siquiera durante la era de Juan Vicente Gómez, una fuerza política había sido tan cipaya frente a un gobierno norteamericano. Mientras venezolanas y venezolanos son asesinados y asesinadas en medio de la violencia armada, ejecutada por Julio Borges, Henrique Capriles y Freddy Guevara, el primero de ellos sonríe con sus amos imperiales.
Especialmente, la última visita fue realmente vergonzosa. Salió corriendo a pedir instrucciones sobre qué hacer con la iniciativa constitucional del presidente Nicolás Maduro de convocar a la Asamblea Nacional Constituyente. Allá recibió la orden de presionar a diversos sectores para que se negaran a dialogar al respecto. Pero lo más grave fue su reunión en la Casa Blanca con el Consejero Nacional de Seguridad General de la presidencia de Estados Unidos de América, General HR McMaster, el pasado 5 de mayo de 2017, para estudiar escenarios de intervención directa o a través de un tercer país, ¿Colombia?, a la patria de Bolívar, nuestra patria.
La historia no perdonará estos crímenes contra la patria. El derecho a oponerse a un gobierno no autoriza a nadie a buscar fuerzas extrajeras para arrebatar el poder político. Este suelo, esta historia sagrada que nos pertenece, la de ser los y las hijas de Bolívar y de los libertadores y libertadoras de este continente, nos obliga a encarar con dignidad nacional nuestras diferencia y problemas.
Los problemas de los venezolanos y venezolanas debemos resolverlos nosotros mismos, y para ello nuestra Constitución de 1999 dejó abierta la puerta para que el pueblo en ejercicio de su poder originario pudiera activar su soberanía para enrumbar la patria, mucho más allá de coyunturas difíciles.
Es la hora de los patriotas, de los y las que por encima de nuestras diferencias políticas e ideológicas sentimos el profundo orgullo de ser venezolanos, venezolanas y estamos dispuestos a defender nuestra independencia y el derecho a vivir en paz que tenemos como pueblo.
El héroe por la independencia de Nicaragua, general de pueblos libres Augusto Sandino, definió como traidor a la patria todo aquel que fuese a la Casa Blanca a pedir la intervención de su país. Cada hombre o mujer que ame a nuestra patria, juzgue la actuación de Julio Borges.
Borges debe saber que jamás aceptaremos un procónsul en la patria que nos dejó el padre Bolívar. Con toda nuestra dignidad venezolanista, decimos con nuestro Libertador: “Independencia o nada”.