Padrinazgo
En una democracia, los gobernantes son empleados de la gente, y existe el derecho a exigirles cuentas y a señalarles sus errores
El cada vez más caótico panorama que hoy padecemos los venezolanos, difícilmente puede ser ignorado. Y eso nos lo confirma el hecho de que importantes funcionarios, así como figuras emblemáticas del oficialismo, se hayan venido manifestando en las últimas semanas contra los despropósitos gubernamentales y los atropellos a la ciudadanía.
El caso más reciente, y sin duda el más importante, ha sido el pronunciamiento del ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López. “No quiero ver un Guardia Nacional más cometiendo una atrocidad en la calle”, fue la contundente frase que lanzara el alto funcionario, con la cual reconoció públicamente los excesos cometidos contra los ciudadanos en las últimas semanas.
Quizá en medio del torbellino que es la actualidad nacional, la posición de Padrino no haya sido lo suficientemente sopesada. Es una campanada, un “hasta aquí”, un reconocer que alguien debe “ponerle un parao” a esto. Y ese “alguien”, son los responsables del poder, ni más ni menos.
Se empieza a tejer entonces un hilo que guía el señalamiento de los excesos, lo cual es el comienzo para que cesen y para que sean castigados.
Desde hace años, quienes no estamos de acuerdo con lo que sucede en nuestra tierra, nos hemos tropezado reiteradamente contra un infranqueable muro que blinda al gobierno contra los señalamientos y quejas que le dirigimos.
Y reiteramos nuestro derecho a ser escuchados. En una democracia, los gobernantes son empleados de la gente, y existe el derecho a exigirles cuentas y a señalarles sus errores. Esto es lo normal, y el hecho de que este hábito tan saludable nos haya sido confiscado por tantos años, no quiere decir que se haya erradicado. Muy por el contrario, parece regresar, y por la calle del medio, a punta del esfuerzo ciudadano por hacer se escuchar ante estos oídos sordos.
¿Cambiará la actuación de las fuerzas del orden público de aquí en adelante, tras el pronunciamiento de Padrino López? ¿Podremos todos salir a expresar nuestra opinión en las calles de Venezuela?
La duda existe, y no sin motivos. Lo que hemos visto por tanto tiempo, nos induce lo que especialistas han bautizado como “la desesperanza aprendida”. Sin embargo, gestos como el que analizamos, deben reafirmarnos que la denuncia ciudadana reiterada, termina por demoler los muros de silencio que el poder construye a su alrededor.
Debemos seguir adelante con nuestras convicciones, porque los hechos de los últimos días nos han demostrado que, a cuentagotas, se suma. Al momento de escribir estas líneas, el ministro de la Defensa es la última de una suma de personalidades que han convalidado, desde un punto de vista o desde otro, lo que la gran mayoría de los venezolanos viene denunciando desde hace ya un buen rato.
Las realidades son innegables en este mundo globalizado. Celulares en mano, los venezolanos se han dado a la tarea de registrar y difundir las actuaciones inapropiadas de unos cuantos uniformados.
El punto delicado, el punto de quiebre, tiene que ver aquí con el hecho de decidir si se trata de hechos aislados, de actuaciones individuales; o si es una política generalizada. Es allí donde los pronunciamientos como el de Padrino son claves, porque llegará el momento de sacar esas cuentas. Y los venezolanos comprometidos a salvaguardar la ciudadanía que no cumplan con su deber, tendrán que responder. Su responsabilidad será individual y no podrán alegar que “cumplían órdenes”. Ahora menos aún, con la contundente declaración del alto funcionario.
«El que se aparte de la línea de Estado, de la preeminencia del respeto de los derechos humanos y que se comporte no como un profesional, entonces tiene que asumir su responsabilidad», fueron sus palabras. Una declaración que quedará para la historia y que servirá para confrontar en algún momento, el accionar de estos cuerpos con la posición pública de su máximo líder.
Quienes se sientan tentados a violentar esta línea, deberían pensarlo mucho mejor de aquí en adelante. Ahora lucen mucho más desamparados de cara a la posibilidad de poder defender cualquier exceso futuro.
Como se suele decir, los árboles no dejan ver el bosque. Y es que, a punta de sacrificio y tenacidad, a un costo extremadamente alto, la ciudadanía venezolana está empujando a las instituciones a cumplir su rol.
Veamos el vaso medio lleno y reconozcamos la dimensión enorme del esfuerzo que hemos hecho en estas semanas, que ha conseguido voltear a la opinión pública internacional a nuestro favor, que ha logrado que prominentes figuras del chavismo señalen los desaciertos en materias como la descabellada Asamblea Nacional Constituyente oficialista y que figuras como la Fiscal General y el ministro de la Defensa suenen campanazos de advertencia. Aunque no nos demos cuenta, lo estamos logrando.
«Veamos el vaso medio lleno y reconozcamos la dimensión enorme del esfuerzo que hemos hecho en estas semanas…»