LA VOZ INTERNACIONAL

La cuadratura del círculo

Los sistemas internacionales de protección están condicionados por los modos de creación de las normas internacionales, en las cuales el consentimiento de los estados es fundamental

Alfredo Enrique Vázquez L.

avazquez1929@hotmail.com

La opinión pública suele incurrir en dos falacias al momento de juzgar sobre las competencias y la actuación de los sistemas internacionales de protección de los derechos humanos (DDHH)  estructurados a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial: el Sistema Universal, y los sistemas regionales Europeo, Interamericano y Africano.

La primera falacia es por exceso, y espera de los sistemas internacionales de protección una actuación automática, coercitiva y expedita que en casos de transgresiones a los derechos humanos ponga pronto fin a los actos contrarios a derecho, sanciones prontamente a las personas e instituciones responsables y  repare las violaciones de los derechos; postura que suele incurrir además en una confusión conceptual entre los sistemas de protección y la justicia penal internacional, considerándolos falsamente como un todo único e indivisible.

La segunda falacia peca por defecto, y se muestra escéptica hacia las instituciones internacionales responsables de la eficacia de las normas, que garantizan los derechos de las personas frente a los excesos del poder de los estados. Esta posición sostiene que todas las normas e instituciones internacionales dedicadas a la protección de los DDHH no serían más que mera y huera retórica en el mejor de los casos, y en el peor, instrumentos retóricos y discursivos de los estados que obran como coartadas para la intervención en los asuntos internos de otros estados soberanos.

En realidad, los sistemas internacionales de protección están condicionados por los modos de creación de las normas internacionales, en las cuales el consentimiento de los estados es fundamental. Es así como son los estados los que deben exteriorizar su consentimiento al firmar, ratificar o adherirse a los tratados internacionales que establecen las obligaciones y las instituciones encargadas de vigilar el modo en el que los estados cumplen o no las obligaciones que asumieron.   

Dicho en otros términos, los estados deciden en ejercicio de su soberanía cuáles normas e instituciones los obligarán, supervisarán y eventualmente les exigirán la reparación de sus actos ilícitos. Esta tensión dialéctica entre la soberanía estatal y la salvaguarda internacional de los derechos humanos es la que da motivo a aludir a la paradoja de la cuadratura del círculo a la que alude el título de este artículo.

La tensión entre los principios de respeto a los derechos humanos de todas las personas y de respeto a la soberanía de los estados constituye una de las zonas de tensión y evolución del Derecho Internacional Público (DIP) desde un derecho netamente de coordinación y voluntarista hacia un nuevo DIP que da cabida a normas de orden público y a instituciones con poder coercitivo respecto de los estados, en el cual el dogma de la soberanía estatal se ve minimizado ante los principios generales que deben orientar la sociedad internacional contemporánea.

Nota internacional

La cumbre de Riad

Juan Roberto Torres

La cumbre de Riad efectuada el 20 de mayo del presente año contó con la presencia de los países árabes islámicos y los Estados Unidos por medio de su presidente Donald Trump. En este encuentro, Arabia Saudita, Bahrein, Emiratos Árabes Unidos y otros países acusaron al  gobierno de Catar de propiciar el terrorismo en la región. Esta acusación sirvió de pretexto para que siete países liderados por Arabia Saudita rompieran las relaciones diplomáticas con Catar y cerraron sus fronteras terrestres y marítimas con este país el 5 de junio. El principal problema no es el apoyo al terrorismo de parte de Catar, ya que Arabia Saudita también financia al  terrorismo islámico. La cuestión se centra en la negativa de Catar de seguir los dictados de EE. UU. y de Riad, que acusan a Irán como la principal amenaza terrorista en la región. Resaltamos que Catar tiene buenas relaciones diplomáticas y económicas con los persas y ha invertido en Irán en los rubros del gas y el petróleo. Aunado a esto se creó la zona conjunta de libre comercio.

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