Cuatro pasos
Hay cuatro pasos necesarios para ser salvos: reconocer nuestros pecados, confesarlos ante Dios, arrepentirnos y convertirnos.
En el versículo 9, capítulo 1 de la Primera Carta de Juan, podemos leer lo siguiente: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”.
Y no digamos que somos buenos y no hemos hecho nada malo y por ello no hemos pecado ni tenemos de que arrepentirnos, porque no es cierto, ya que todos los seres humanos nacemos en pecado y así lo señalan las Santas Escrituras en el versículo 23, capítulo 3 del libro de los Romanos: “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”.
Es necesario que reconozcamos ante Dios nuestra naturaleza pecaminosa, porque ese el primer paso para la salvación que nos ofrece el Hijo de Dios, quien vino al mundo para restaurar la relación del Padre Santo con el hombre, que fue rota por el pecado de Adán y Eva.
“Así que arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados, para que vengan de la presencia del Señor, tiempos de refrigerio”, versículo 19, capítulo 3 del libro de los Hechos.
Muchas personas reconocen que son pecadores pero no lo confiesan ante Dios y mucho menos se arrepiente, por ello continúan con la vida pecaminosa que le impide ser salvos.
Sin embargo, el Padre Celestial en su infinita bondad nos da la oportunidad todos los días de acercarnos a Él a través de su Hijo Jesucristo, con un corazón contrito y humillado y recibir ese regalo que es la salvación y la vida eterna,
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios. Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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