Convocan a los muchachos a supuestas manifestaciones «pacíficas», pero los instigan a hacer todo lo contrario: trancar calles, lanzar piedras, quemar basura, vehículos, instituciones públicas, estaciones del metro, viviendas, centros policiales y hasta bases militares
¿Dónde están los adultos? ¿Dónde están la cuerda de viejos de la MUD que mandan a los muchachitos a manifestar y luego los dejan solos? ¿Por qué cada vez que muere un carricito de esos, los conspicuos dirigentes de eso que llaman la Mesa de la Unidad no están ni siquiera cerca? ¿Por qué no son los hijos o los sobrinos de ellos, o mejor aún, ellos mismos, los que le ponen el pecho en las confrontaciones que convocan todos los días por la redes sociales?
Yo sé que los dirigentes de oposición, toda la vida, han sido una banda de irresponsables. Ellos nunca han asumido las consecuencias de sus actos y siempre tienen una excusa ridícula para culpar a los demás de cualquier evento negativo que se derive de sus acciones. Eso, en realidad, no es nada novedoso. Pero es que, sinceramente, lo que ha pasado en estos últimos tres meses en nuestro país es el colmo de la insensatez.
Convocan a los muchachos a supuestas manifestaciones «pacíficas», pero los instigan a hacer todo lo contrario: trancar calles, lanzar piedras, quemar basura, vehículos, instituciones públicas, estaciones del metro, viviendas, centros policiales y hasta bases militares. Entonces, cuando la situación se «sale de control», los señores dirigentes ya se han ido, porque tienen urgencia de twittear la foto que se tomaron con los guarimberos y, además, tienen que subir al Facebook y a Instagram el video con sus declaraciones. Es toda una puesta en escena para hacerse promoción personal, y les importa menos que un pepino la integridad de ninguno de esos muchachos y mucho menos el daño que ellos, en el medio de su guarimba, puedan hacerle a terceros, porque necesitan que corra la sangre, que se desate la violencia, a fin de «mantener activa la calle», «para que la protesta no decaiga». Así de cruel, así de macabro, así de triste.
Sin contenido ni liderazgo
A ningún ser pensante puede dejar de llamarle la atención que, en las actividades de calle convocadas por la oposición, difícilmente se escuche un discurso, o haya un micrófono, o aunque sea un megáfono, que permita transmitir ideas, que sirva para hacer planteamientos ideológicos que nutran de contenido la concentración. Esto no es por casualidad, ni por negligencia. No. Simplemente el diseño es así.
No les interesa darle cabida al pensamiento, ni ofrecer argumentos racionales, porque necesitan que reine la emocionalidad, para que esos jovencitos sean capaces de hacer las locuras que la dirigencia opositora está esperando, aunque delante de las cámaras digan exactamente lo contrario. ¿Para qué formar a unos jóvenes que solo son útiles en la medida en que quemen camiones y tiren piedras? ¿Para qué conversar con unos niños, menores de edad, que ni siquiera votan, si lo que conviene es que se encapuchen y salgan a guarimbear? No, nada de perder el tiempo con esas estupideces intelectuales.
La epopeya criminal
La conversación no solo no es necesaria, sino que es contraproducente. A esos jovencitos hay que dotarlos de explosivos, escudos, puputov, morteros, máscaras anti gas, tirachinas, armamentos rústicos y, eso sí, su dinero diario de paga mercenaria y su ración de droga y alcohol, que nunca puede faltar. Pero darles argumentos, ideas, posibilidad de análisis, discusión, de expresar sus puntos de vista y contrastarlos con los de otro, eso no. Porque los dirigentes de la MUD necesitan jovencitos que se crean el cuento de que son «libertadores», «héroes», «resistencia», «escuderos», «los nuevos salvadores de la Patria», en fin, cualquier cosa que los haga sentirse como los protagonistas de un juego de video, pero nada de reflexión. Pura emocionalidad, aderezada con musiquita hollywoodense, y con la elaboración discursiva de opinadores de oficio, que ahora encontraron en las redes sociales su espacio para verter sus odios, frustraciones y resentimientos más profundos.
El daño más grande
Lo peor que están haciendo con estos niños no es arriesgar su integridad todos los días. Lo más grave es que están enseñándoles que esa es la manera de resolver los problemas (lo cual, evidentemente es falso). Que cuando no estén de acuerdo con algo, la forma de expresarlo es con violencia, pasando por el encima del derecho de los demás, agrediendo, acosando, incendiando, destruyendo, matando.
El daño que están ocasionando en esta generación de jóvenes posiblemente sea irreparable. Por eso creo que la única manera de detener semejante barbarie, es hacer un llamado a las madres y padres de esos niños o, en su defecto, a cualquiera que sea madre o padre y que sienta que ellos también son sus hijos, para que los saquen de ahí, los devuelvan a su escuela, a su liceo, a su universidad, y los convenzan de que hay adultos que pueden poner el pecho por ellos. Que serán los adultos los que busquen una solución a este problema tan grave que vivimos y que ellos, los muchachos, no lo tienen que hacer.
Por favor, saquemos a los jovencitos de estas manifestaciones y vamos los adultos, los políticos, los que tenemos experiencia, los que debemos ser responsables, a conseguir una forma de evitar que esos muchachitos sigan inmolándose, por los intereses de unos politiqueros que los dejan solos y que se limitan a ver el resultado de sus macabras convocatorias por Internet.
«¿Para qué formar a unos jóvenes que solo son útiles en la medida en que quemen camiones y tiren piedras?»
Mary Pili Hernández
aporrea.org