Hace temporada la más reciente obra teatral de Javier Vidal Pradas
La asainetada comedia La Catira del general es un desopilante espectáculo que exhibe el teatro Trasnocho Cultural, gracias a la valentía y la inteligencia del periodista (UCAB, 1975), actor y dramaturgo Javier Vidal Pradas, venezolano nacido en Barcelona, el 23 de abril de 1953, a quien conocimos desde la década de los 70, cuando integramos el jurado del Premio de Teatro Juana Sujo, a instancias del negrazo Porfirio Rodriguez, cocreador del Escuela Juana Sujo.
La catira del general, otra produccion ejecutiva de Gonzalo Velutini, es una ficcionalidad o una posverdad –una mentira sobre hechos reales- inspirada en el encuentro de un encargo entre un novelista, un dictador, su culto y civil ministro del “interior” y un migrante gallego albañil, que el mismo día que llega a La Guaira comienza a trabajar en el Palacio de Miraflores. Ahí están, a partir de entrevistas, la investigación, la documentación hemerográfica, unas cuantas obras literarias, memorias, biografías y el gran aporte editorial del premiado ensayo de Gustavo Guerrero, Historia de un encargo.
“Mi pieza teatraliza los momentos del encuentro entre el gendarme necesario de Marcos Pérez Jiménez y el escritor Camilo José Cela a instancias del ministro Laureano Vallenilla-Lanz Planchart para encargarle la escritura de una novela que se inserta en el Nuevo Ideal Nacional y trata de enterrar a Doña Bárbara del novelista y defenestrado presidente Rómulo Gallegos”
El cuento teatral está bien he echado y excelentemente actuado por el cuarteto de intérpretes: Sócrates Serrano como Camilo José Cela; Juan Carlos Ogando es el presidente Marcos Pérez Jiménez; Jan Vidal-Restifo da carne a Francisco Ogando y Gonzalo Velutini construye al ministro Laureano Vallenilla-Lanz Planchart; pero el que se lleva los aplausos es Jan por su “frescura gallega” y por ser el más humano de los personajes, quien le hace un gratísimo homenaje a esos miles de gallegos, italianos y portugueses que, en las década de los 40, 50 y 60 se convirtieron en los constructores del país, una realidad que nadie puede negar, además “mejoraron la raza”, según el perezjimenismo.
Vidal Pradas no se gana el Nobel de Literatura por esta pieza pero si le echa más agua a su molino teatral, donde lo más impactante es su técnica y la naturalidad de sus personajes, desprovistos de poses, además repletos de humor, con esa comicidad que nos hace reír, sin darnos explicación alguna sobre las razones de esa risa, razones que puede ser muy diversas, como puntualiza Domenach. Ya eso lo había mostrado en Diógenes…y Los Compadres. Además para este montaje usa unos nostálgicos y precisos videos sobre los años 50, la época dorada del perezjimenismo, que lucen didácticos e ilustrativos.
GOCHOS AL PODER
Han sido, pues, no menos de 45 años de relación profesional amistosa con Javier. Y podemos decir ahora, que por sus obras o sus actos existenciales lo conoceréis, todo un primer actor, además dramaturgo con obra propia. La catira del general es la tercera de su primera trilogía sobre el poder político a la venezolana, enmarcada en la región andina del Táchira, cuyo gentilicio, entre cariñoso y despectivo, es gocho. Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, Eleazar López Contreras, Isaías Medina Angarita, Diógenes Escalante, Ramón J. Velázquez y Marcos Pérez Jiménez, todos protagonistas de su saga andina, son personajes gochos de carne y hueso en Compadres, Diógenes y las camisas voladoras y La Catira del general. Desde niño escuchó mucho el nombre de Camilo José Cela y los cuentos de sus cuentos eran relatados cada tanto junto al nombre de La Catira, toda una afrenta al nacionalismo como en su tiempo lo fue Salvador de Madariaga con su Bolívar. Al tener conciencia literaria en su adolescencia y a través de un maestro claretiano el sacerdote Eduardo Blanco descubrió La Colmena, fascinante novela plural con sus decenas de personajes; La muerte de Pascual Duarte, tan violenta como fascinante y un photobooks intitulado Izas, rabizas y colipoterras. “La Catira es una novela que llegó a mis manos tardíamente, influenciado, quizá, por la leyenda negra que mi familia me había construido en mi imaginario infantil. Cela es un gran escritor, no voy a decir lo contrario. Su Nobel me llevó a leer definitivamente La Catira y más que molestarme me resultó, a la distancia, un libro de humor con un sarcasmo proyectivo sólo entendible a estas alturas de este nuevo renacer de ramplonería chauvinista y castro-comunista. Cuando inicié mi travesía iniciada con Diógenes Escalante ya tenía en claro que Pérez Jiménez sería el cierre de esta nueva trilogía”.
EL ESPETADOR / E.A. MorenoUribe / eamorenouribe