Calma y prudencia, claves en el asalto de Muguruza a Wimbledon
Si algo destaca en el talante de la española Garbiñe Muguruza en su segundo intento de lograr el título de Wimbledon es su reposada calma y su prudencia. Una serenidad fuera de la pista que contrasta con la ejecución de sus golpes cada vez que pisa la hierba inglesa.
Garbiñe tendrá este sábado la oportunidad de emular a su actual entrenadora, Conchita Martínez, y convertirse en la segunda española que gana el Grand Slam londinense, y como en el caso de la oscense en 1994, contra Martina Navratilova, tendrá enfrente una experimentada jugadora sobre el pasto, ganadora cinco veces de Wimbledon, la primera en 2000 y la última en 2008, y que a sus 37 años sigue compitiendo con la misma fe y entrega de entonces.
Las dos se miden por cuarta vez, pero es el primer encuentro sobre hierba. Venus ganó los tres de inicio en pista dura, en Florianopolis (2013), Auckland (2014) y Wuhan (2015). Garbiñe se impuso en el último de ellos en Roma este año, en tierra batida, por 6-3, 3-6 y 6-2, reseñó EFE.
Venus es para todos, incluida Garbiñe, una leyenda, y un ejemplo a seguir. La americana no solo ha superado los problemas con su enfermedad, el síndrome de Sjögren, una dolencia que afecta a su nivel de energía y causa fatiga y dolor en las articulaciones, que incluso le obligó a abandonar el Abierto de EE.UU. en 2011 en primera ronda.
Además, ha llegado a Wimbledon este año abrumada tras haberse visto implicada en un accidente de tráfico ocurrido el 9 de junio en Palm Beach Gardens, a unos 120 kilómetros al norte de Miami, que causó la muerte de un hombre, Jerome Barson, de 78 años, dos semanas después.
En el informe inicial de la policía se declaró que Venus era responsable del accidente y se le acusó de negligencia. Luego, en otro, aclararon que Venus entró legalmente en la intersección y no se había saltado el semáforo. La investigación sigue en marcha.
Venus rompió a llorar en su primera conferencia de prensa en el torneo cuando se le recordó el suceso. «No tengo palabras para describir lo desolada que me siento», logró pronunciar la tenista, con la voz entrecortada y lágrimas, antes de abandonar la conferencia de prensa durante unos minutos para serenarse.
Esa es la Venus que Garbiñe tendrá enfrente este sábado en la final. Una veterana, luchadora, y sin ánimo de rendirse, que junto con su hermana Serena revolucionó el tenis cuando ambas llegaron al circuito a finales de los noventa, que todavía tiene «hambre» de triunfos y que se ha plantado en su novena final en Londres.
Venus ya ha igualado a Navratilova, la última en alcanzar la final con tanta edad, 37 años. Y ha superado a su hermana Serena en victorias en Wimbledon, ahora con 87. Ha llegado al último partido cediendo un solo set, contra la china Qiang Wang en segunda ronda, y dejándose en total 50 juegos en el camino.
Muguruza también ha cedido un set, contra la alemana Angelique Kerber en octavos, y ha concedido 39 juegos en los seis partidos anteriores.
«Las dos tenemos oportunidades. Me veo con más oportunidades que hace cinco días», dijo con precaución Garbiñe. «Quiero salir a la pista y pensar que puedo ganar y creérmelo. Por supuesto que quiero ganar. Cuando gané Roland Garros me di cuenta de la diferencia que hay entre ganar y no», dijo la campeona de París el año pasado.