A pesar de lo mal que la ha pasado Carlos González en algunos momentos de esta temporada, y en su mundo las cosas no podrían estar mucho peores, el jardinero venezolano de los Rockies nunca ha perdido la sonrisa. Tampoco ha dudado de sus habilidades. González ha recibido cada día como una nueva oportunidad para retomar su puesto entre los mejores jugadores de Grandes Ligas.
González, después de todo, ya ha pasado por momentos así. Y ha sobrevivido.
«No hay garantía de éxito en cada turno», dijo recientemente. «Yo sé de lo que soy capaz. Confío en mí mismo».
¿Pero cuánta confianza puede tener el tres veces convocado al Juego de Estrellas después de ver su promedio de bateo caer a .212 tras 96 juegos de los Rockies y de estar sumergido en un bache de 26-4 con 11 ponches desde que salió de la lista de lesionados el 3 de julio?
«Yo no dudo de mí», afirmó.
González sabe que lo que ha hecho esta temporada no corresponde con sus estándares. También sabe que puede darle la vuelta a su año rápidamente, como lo hizo en el 2015.
«Todo el mundo quería saber, cuando llegó el Juego de Estrellas, qué estaba mal», dijo González. «Pero en la segunda mitad bateé .285 con 27 jonrones y 62 empujadas y gané mi segundo Bate de Plata».
Y también está la pausa del Juego de Estrellas del 2009, algo que con solo mencionarse hace que a González se le ilumine la cara. Ese año, llegó al receso de mitad de campaña bateando .202 con un cuadrangular, cinco impulsadas y 25 ponches en 27 juegos.
El mánager Jim Tracy convocó a González a su oficina y le explicó con franqueza: «Tú has hecho todo lo que se puede en Triple-A. No tiene sentido mandarte de vuelta. Tienes que encontrar la solución aquí».
González la encontró. En la segunda mitad de aquella temporada bateó .320 con 12 vuelacercas y 24 remolcadas, jugando un papel clave en el último equipo de los Rockies que avanzó a la postemporada.
Tracy Ringolsby
mlb.com