En el Metro había menos gente que en cualquier día laborable y, salvo tres estaciones, todas estaban en funcionamiento. Los vendedores ambulantes igual buscaron hacerse el día
En la superficie el paro se cumplió, especialmente en las zonas del este de Caracas y unas al sureste de la ciudad. Hubo enfrentamientos, comercios cerrados y personas con trancones por las principales calles y avenidas. Pero en el subterráneo, en el Metro de Caracas, la situación fue diferente a lo largo del día.
De las 44 estaciones que componen el sistema Metro, dejaron de prestar servicio por «hechos irregulares» y para preservar «la integridad de sus trabajadores y sus usuarios» solo Los Cortijos, Altamira y Chacao. De resto, todo operó con normalidad, pero parecía un Metro de “otro país”, según refirieron algunos usuarios.
Este 20 de julio no era un día normal en la dinámica del Metro. Hubo mucho menos gente que un día normal laborable. Los trenes se detenían escasos segundos, sin abrir la puerta, en Chacao y Altamira, para continuar su marcha. Las estaciones de transferencias estuvieron casi desiertas. Lo que sí no se paralizó fue la venta de chucherías y alimentos dentro de los trenes.
“Lleva el barrilete de menta, el de banana y el de fresa. A tan solo Bs. 100. No se les olvide, mi gente. Lleven para la casa, para la abuela, el sobrino, el tío, para quien sea”, vociferaba uno de los vendedores en el tramo entre Plaza Venezuela y Colegio de Ingenieros, pese a que la compañía ha anunciado varios planes de profilaxis para evitar las ventas ambulantes. Las estaciones con más movimiento fueron Chacaito, Sabana Grande, Plaza Venezuela, la transferencia hacia la línea 3, Capitolio y Propatria.
Alondra Castro, de 32 años de edad, es enfermera y dijo que usó el subterráneo para llegar a su casa, cerca de la estación Plaza Sucre. “Por donde yo trabajo todo el paso estaba complicado. Caminé unas cinco cuadras hasta llegar al Metro y, sin mayores contratiempos, llegué a mi destino”, afirmó la mujer.
Su aporte a la protesta pacífica, según comentó, lo dio al culminar su guardia, porque el turno le tomó justamente cuando inició el llamado a paro cívico hecho por la Mesa de la Unidad Democrática.
«Hay poca gente en los andenes, ¿pero era igual con el personal?, ¿vinieron todos? A duras penas llegaron, pero la actividad ha sido poca. En algunas estaciones, los torniquetes están libres para que la gente entre y salga más rápido”, reveló un trabajador resguardado bajo anonimato, en una de las taquillas.
Por cada estación, al menos tres vendedores ambulantes o pedigüeños trataban de resolver el día. Las conversaciones de los pasajeros eran variadas: cotidianidad, costo de la vida, el paro convocado por la MUD, la asamblea constituyente, el calor.
Para algunos usuarios, el Metro funcionó este 20 de julio como un “mal necesario”. Un trabajador dijo que no usa normalmente el subterráneo, pero que ante la obligación de asistir a su trabajo en el Ministerio de las Comunas, tuvo que usar el servicio desde su casa en Chacaíto hasta La Hoyada. “Los controles para los empleados públicos iban a ser más rigurosos que otros días, por eso tuve que moverme como fuera. Uno de mis jefes pasó un mensaje diciendo: ‘Tienen que llegar y punto’. Por eso, me tocó moverme en Metro”, sentenció.
(Con información de Dayimar Ayala Altuve/elpitazo.com)