A José Montiel se le percibía resignado. Esperaba paciente junto a otros familiares en la morgue forense. Al mayor de sus cuatro descendientes lo sacaron a la fuerza de su casa, lo golpearon y luego le carbonizaron 85 por ciento de su cuerpo. A su primogénito, Alberto José González, de 17 años, lo dejaron irreconocible.
Hablaba pausado y sin expresiones de dolor en su rostro. Montiel recordó que al adolescente se lo llevaron, el pasado viernes 28 de julio, tres hombres, uno de ellos conocido de su hijo. Irrumpieron violentamente a la casa, en el barrio Santa María, al lado del colegio La Epifanía. A la fuerza lo sacaron, lo montaron en un carro pequeño, plateado, bastante nuevo, con un letrero de “taxi” en el parabrisas.
Antes de marcharse, los maleantes le gritaron: “Tranquilo, te lo traemos en cinco minutos. Vamos a resolver un problema”. Se quedó angustiado, pero no denunció ni buscó ayuda en los cuerpos de sA José Montiel se le percibía resignado. Esperaba paciente junto a otros familiares en la morgue forense. Al mayor de sus cuatro descendientes lo sacaron a la fuerza de su casa, lo golpearon y luego le carbonizaron 85 por ciento de su cuerpo. A su primogénito, Alberto José González, de 17 años, lo dejaron irreconocible.
Hablaba pausado y sin expresiones de dolor en su rostro. Montiel recordó que al adolescente se lo llevaron, el pasado viernes 28 de julio, tres hombres, uno de ellos conocido de su hijo. Irrumpieron violentamente a la casa, en el barrio Santa María, al lado del colegio La Epifanía. A la fuerza lo sacaron, lo montaron en un carro pequeño, plateado, bastante nuevo, con un letrero de “taxi” en el parabrisas.
Antes de marcharse, los maleantes le gritaron: “Tranquilo, te lo traemos en cinco minutos. Vamos a resolver un problema”. Se quedó angustiado, pero no denunció ni buscó ayuda en los cuerpos de seguridad. Dejó pasar las horas y hasta los días. “Nunca llegó mi hijo”, se lamentó el obrero.
Inician búsqueda
Los amigos de Alberto se organizaron y empezaron la búsqueda. En la visita a las zonas aledañas les llegó el rumor de un joven carbonizado en una trilla de la parroquia San Isidro. Un vecino lo encontró con vida y lo trasladó al Hospital Coromoto. Allá podrían confirmar su identidad.
Pese a que el 85 por ciento del cuerpo de Alberto sufrió quemaduras de segundo y tercer grado pudieron identificarlo. El adolescente ingresó unas 24 horas después del rapto. Todo indica que lo golpearon en la zona desolada y antes de que quedara inconsciente lo rociaron con combustible y le prendieron fuego, detalló un oficial.
Sobrevivió a la candela, pero su condición de salud se complicó en la Unidad de Quemados y falleció, el pasado miércoles a las 8.00 de la mañana, de un paro cardíaco.
Los González y los Montiel juraron que no se quedarán con los brazos cruzados y se vengarán. “Somos muchos más”, repetían los acompañantes del padre del occiso.
Los detectives de la Policía científica manejan el crimen como una venganza o un ajuste de cuentas, aunque todos los parientes del adolescente repetían al unísono que no tenía enemigos ni deudas pendientes. “Trabajaba para ayudar a sus padres y a sus hermanos menores”. Vía La Verdad