Se exhibió Corazón pornográfico que gritas venganza, popular comedia dramática de Gustavo Ott en el teatro San Martín
“Nunca apuntes con un arma de fuego sino la vas a disparar, porque puedes matar a un inocente”. Es la patética, mortífera y diabólica advertencia que hace Verónica, una bella muchacha de 20 años, cuya mayor pasión es usar sus juguetes bélicos y saciar así sus impulsos, pues ella, como niña rica, todo lo resuelve así: a punta de tiros, sin importar los sentimientos que mantenga con sus víctimas, quienes pueden ser desde una hermana mayor, hasta una amiga o una inocente rival competidora en una empresa o con el policía que la ayuda a sortear sus problemas, a lo largo de cinco años.
Esta Verónica es un atormentado y además asombroso personaje teatral que fue creado, con otros más, por el periodista y dramaturgo venezolano Gustavo Ott (1963) para dar así peso, forma y Ánima a su melodrama Corazón pornográfico que gritas venganza (1995), el cual acaba de terminar su temporada en el teatro San Martín de Caracas, bajo de la dirección de Leonardo Gibbs y con la participación de Gabriela Mejías como Verónica, Edyson Mata como Torombolo, Margareth Aliendres como Betty, Mafalda y Canuta, mientras que René Dal Farra es Pato Donald y Porky, al tiempo que Ángel Pelay es Archie y Reinaldo Cortez es Scooby, todos ellos contando con la asistencia general de Licsole González.
Leyendas urbanas
Ott, a partir de su experiencia periodística (Ucab, 1991), retoma una serie de leyendas urbanas que pululaban a lo largo de los años 70 y 80 sobre las pandillas de “los niños ricos” de Caracas, quienes mataban a sus prójimos por el mayor placer de sentirse malos y lo hacían sin remordimientos hasta que los detenían. Pero sus padres, “los millonarios de la comarca”, los sacaban libres y los enviaban de vacaciones terapéuticas a Estados Unidos y Europa.
Es por eso que Corazón pornográfico que gritas venganza es la historia de una niña linda que practicaba el tiro al blanco en los cuerpos de sus amigos o relacionados y así va además escalando prósperos cargos profesionales por la presión de su familia, utilizando todo el poder del dinero y el aplauso silencioso de su contexto social, no exenta del apoyo poderoso de “la palanca” de los políticos de turno.
Ver esta obra y disfrutar de múltiples claves ocultas que Ott deja para el público conocedor de la historia vernácula, es rememorar lo que pasó en Caracas con los secuestros de niños ricos para chantajear a sus familias, cuyo rescate era para comprar drogas o gastárselo en bagatelas de sus necesidades existenciales. A nosotros nos correspondió leer o reseñar esos eventos, otros escribieron libros y hasta películas hicieron.
Vimos dos veces este espectáculo; la primera vez, durante su estreno, el cual estaba incompleto, pero en la segunda ocasión, para cerrar la temporada, ya tenía las mejoras necesarias, pues, los actores estaban todos en su punto y el ritmo escénico les resultó maravilloso. Fue un verdadero regalo teatral disfrutar de esa farsa hiperrealista donde destacó el talento actoral, especialmente los comediantes que encarnan a Verónica, Betty, Torombolo y Archie, los pivotes del show escénico.
El director Gibbs y su empresa teatral buscan ahora otros escenarios y espectadores, porque cree que Corazón pornográfico que gritas venganza, con los necesarios refuerzos técnicos, debe mostrarlo a muchos más venezolanos, lo cual aplaudimos; esperando que otros, como nosotros, lo disfruten y saquen sus conclusiones y cifren esperanzas en el necesario relevo teatral de esta centuria.
Y como Corazón pornográfico que gritas venganza se estrenó durante la temporada 1995 del Teatro San Martín, debemos recordar que Verónica Arellano, Fernando Then, Alejando Corona, Maria Brito y Neil Castro, además de David Villegas, fueron los actores de ese memorable evento. Y nosotros éramos felices para esa época y no lo sabíamos, porque nunca apuntamos un arma de fuego pero sí vimos a muchos otros caer. Pero esa será otra crónica, más adelante.
Extraña pieza teatral
Corazón pornográfico que gritas venganza es la obra con la cual Leonardo Gibbs amenaza graduarse como director teatral en la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte), próximamente. Es un pieza donde se trabaja con la psicología de los espectadores, a la vez que los entretiene y los atrapa de principio a fin, con coloridos decorados y vestuarios que utilizan elementos del expresionismo alemán y de la abstracción europea, con trazos de Edward Munch, Jackson Pollock y del pop-art de Andy Warhol, hasta plasmar una exótica obra teatral, especie de “móvil de arte” que cobra vida a través de los personajes y los cómics que ellos encarnan. Gibbs, quien tiene más de cuatro años trabajando con este texto y creando su montaje para graduarse como licenciado en Unearte, explica que todos los personajes de su montaje tienen nombres de figuras icónicas que abundaban en los cómics de la prensa durante los años 80 y 90, la famosa pandilla de Archie, además de los elementos mundiales del pop-art. Ahí es donde aparece la creatividad del dramaturgo, que abandona la prosa periodística y aborda la creación literaria para poetizar la cotidianidad y crear un contexto fantástico. Gibbs explica cómo Corazón pornográfico que gritas venganza, que consta de 13 escenas, es un complejo entramado de cuadros inconexos alrededor del crimen y el mal de una sociedad clasista, pero que, tras la ocultación de la trama, a través de las palabras supuestamente vacías o banales que dicen sus personajes, subyace una valiosa e histórica pieza teatral experimental, donde se enseña cómo la forma puede y debe estar más allá del tradicional contenido, donde la violencia, esta vez y como siempre, aparece sin justificación alguna.