Familiares de Yhoiman Daniel Santaella Cortez (22) y Will Aarón Quintana Martínez (19), abatidos en el barrio Las Casitas de Guatire, admiten que los jóvenes tenían problemas con la justicia, pero afirman que jamás se enfrentaron a la policía. Por el contrario, dicen que Yhoiman se entregó
Familiares de dos jóvenes que fueron abatidos recientemente en el barrio Las Casitas, ubicado en las afueras de la ciudad de Guatire, capital del municipio Zamora del estado Miranda, denunciaron irregularidades en el procedimiento efectuado por funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana y anunciaron que irán a todas las instancias posibles para lograr justicia.
Yaney Cortez y Yudaris Quintana admitieron que los jóvenes Yhoiman Daniel Santaella Cortez (22) y Will Aarón Quintana Martínez (19) se encontraban comprometidos en hechos punibles, pero desmintieron que se hayan enfrentado con las autoridades. «Cuando la policía llegó a mi casa, como a las 6:10 de la mañana, mi sobrino Yhoiman estaba durmiendo», contó Yaney Cortez. «Ellos llegaron e intentaron abrir la puerta a la fuerza, pero no pudieron. Yo pregunté quién tocaba y cuando me dijeron que era la policía, les pedí que esperaran porque estaba en paños menores», explicó. «Antes que entraran, le pedimos a Yhoiman que se entregara, que no le iba a pasar nada y él accedió».
De acuerdo al testimonio de la joven, cuando los funcionarios de la PNB llegaron a su casa, ya habían ultimado a Will Aarón. «Yo le avisé a mi hermano, que estaba durmiendo, que la policía lo buscaba y le pedí que se fuera, que intentara escapar. Y él salió por la parte de atrás, pero la casa estaba rodeada. Se metió a la casa de un vecino y de ahí lo sacaron vivo. Él no se resistió ni se enfrentó con ellos, ni siquiera estaba armado. Lo arrodillaron y le dieron cuatro tiros, dos en la cara, uno en un costado y uno en el pecho. Y todo eso lo vieron los vecinos. Parecía que estaban jugando tiro al blanco», denunció Yudaris Quintana. «Luego lo envolvieron en una sábana y lo tiraron en la parte de atrás de una camioneta pickup», agregó. «La policía entró a la casa y apuntaron a todo el mundo. Allí estaban mi mamá, dos hermanas y cuatro sobrinos, tres niñas de 9 meses, 2 y 11 años, y un varón de 7».
Vehículos sin pintas policiales
Según Cortez, los policías llegaron al lugar en varios vehículos civiles, sin pintas de la policía. Primero se presentaron en el sector Calle Nueva, calle Dámaso García, donde vivía Will Aarón, y luego se dirigieron al sector El Aro, calle Sucre, para buscar a Yhoiman.
«Nosotros le pedimos a mi sobrino que se entregara y él se sentó en el mueble de la sala con las manos en la cabeza; ellos comenzaron a golpearlo», relató Yaney. «Le preguntaron su nombre y él dijo Daniel, porque así lo llamábamos todos en la casa», agregó. «Luego de golpearlo en el mueble, lo metieron en un cuarto y a nosotros, mi mamá, mi hermana y tres niños, de 13, 3 y 4 años, en otro», recordó. «Ellos le gritaban, preguntándole cosas. Escuchamos un tiro y mi sobrino gritó que le habían dado. Lo tenían arrodillado en el piso. Luego escuchamos otros tres tiros, hasta que Yhoiman dejó de hablar. Lo escuché ahogándose, supongo que con su sangre. Como mi mamá, su abuela, es evangélica, él se puso a orar después de recibir el primer tiro; le pidió a Dios que lo perdonara por todo lo que había hecho».
Mientras todo eso sucedía, ya la gente de los alrededores estaba alerta. «Lo envolvieron en una sábana y lo tiraron en la pickup, junto a Will Aarón, mientras un grupo de policías registraba mi casa, se metían a los cuartos. A mí me quitaron el teléfono y comencé a gritar para que los vecinos escucharan. Yo ví quién lo hizo y lo increpé. Él se negó, pero luego admitió que lo tenía y me lo devolvió, esta vez sin chip, y volví a gritar y los vecinos volvieron a asomarse por las ventanas. Yo puedo identificar a varios de esos policías que mataron a mi sobrino», denunció.
Se llevan a los familiares
Según Yaney, cuando se llevaban los cuerpos de Yhoiman y Will Aarón, los policías la montaron a ella, a su mamá, a su hermana y a los niños, en una Jeep Machito sin pintas de la policía. «Cuando íbamos por el Pronto Socorro, en la entrada de Las Casitas, preguntaban por radio que dónde nos dejaban; con lo que hablaban demostraban que no son de la zona, no conocían el lugar donde estaban», denunció. «Nos dejaron en el elevado, en la entrada de Guatire, así como estábamos; yo conseguí un mototaxista que me regresó a mi casa y cuando llegué seguían allí los policías y se sorprendieron al verme», afirmó. «Yo me dispuse a hacer las diligencias para reclamar el cuerpo de mi sobrino. Fui a la División de Homicidios del Cicpc, pero tomaron la declaración de mi hermana, que no vive con nosotros, aunque sí nos indicaron cómo hacer para retirar los cuerpos lo más pronto posible», relató.
Se llevaron todo
«Nosotros pudimos regresar a la casa pasadas las 2 de la tarde y lo que vimos nos indignó mucho. Los policías se llevaron todo lo que pudieron, incluso cocinaron y se comieron algunos de nuestros alimentos. Se comieron como 100 helados, se llevaron ropa, se fumaron los cigarros, se tomaron cinco cajas de cerveza, un protector de nevera, unos desodorantes usados, varios kilos de arroz y de azúcar, una bolsa de herramientas de mi mamá, dos teléfonos y como 350 mil bolívares en efectivo», describió. «En mi casa no tenemos trabajo fijo, vivimos de vender helados, cigarros y cervezas los fines de semana», argumentó.
Yaney dijo que ya comenzó a hacer las diligencias para hacer las denuncias respectivas. «Primero voy a la Lopna (Consejo de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes), porque mis sobrinos quedaron traumatizados. Al que tiene 13 años le pusieron una pistola en la cabeza y eso no puede ser», se quejó. «Luego de la Lopna voy a la Fiscalía, a la Defensoría, a donde sea, porque esto no puede quedar así», reveló. «Yo puedo identificar a varios de esos policías. Incluso había una mujer entre ellos. Ella fue al baño de la casa y quién sabe por qué se sacó de su uniforme su cédula, una tarjeta de débito del Banco de Venezuela y como 11 mil bolívares en efectivo, porque allá dejó todo eso».
M.D. Quintero Rey
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