Las sauditas podrán conducir a partir de junio de 2018, una decisión histórica en el reino ultraconservador, único país del mundo donde las mujeres no pueden ponerse al volante.
El rey Salmán ordenó «que se permita la concesión del permiso de conducir a las mujeres en Arabia Saudita», indica el decreto real publicado este martes por la agencia oficial SPA.
En el marco de su ambicioso plan de reformas económicas y sociales de aquí a 2030, Riad parece dispuesto a suavizar algunas de las restricciones impuestas a las mujeres e intenta, poco a poco, promover formas de diversión, a pesar de la oposición de los ultraconservadores, en un país donde la mitad de la población tiene menos de 25 años.
Además de la prohibición de conducir, las sauditas están sometidas a la tutela de un hombre de su familia -generalmente el padre, el marido o el hermano- para estudiar o viajar.
«Estoy asombrada, siento una inmensa alegría», exclamó en Riad Haya Rakyan, una empleada de banco de 30 años. «No me esperaba a una decisión como ésta antes de 10 o 20 años».
«¡Es un día muy feliz! Aún no me lo creo, sólo me lo creeré cuando lo vea con mis propios ojos», dijo Shatha Dusri, empleada de la compañía petrolera Aramco en Dahrán (este), que reconoció haber conducido en el interior del complejo residencial cerrado en el que vive, pero nunca en un espacio público.
La prohibición de conducir llevaba tiempo suscitando las críticas de las organizaciones pro derechos humanos. Según la agencia SPA, la derogación de esa medida entrará en vigor en junio de 2018.
Muchas mujeres de la élite saudita, que podían conducir en lugares como Londres o Dubái, habían intentado saltarse esa prohibición en su país, pero habían sido detenidas.
‘Coste económico’
La decisión real se publicó días después de que cientos de mujeres pudieran acudir, por primera vez, a un estadio de Riad para asistir a las festividades de la fiesta nacional, con conciertos y fuegos artificiales.
Hasta el momento, las mujeres no podían acceder a los estadios en aplicación de la estricta regla de separación entre sexos en los espacios públicos.
En noviembre, el multimillonario príncipe saudita Al Walid ben Talal, conocido por hablar sin reparo, había pedido que se dejara conducir a las mujeres, alegando el «coste económico» que suponía el hecho de que las mujeres dependieran de chóferes privados «extranjeros» o taxis para desplazarse.
Y si un marido encuentra el tiempo de llevar a su mujer a algún sitio, esto lo obliga a abandonar su trabajo, reduciendo su productividad, había lamentado el príncipe.
Autorizar a las mujeres a conducir es «una demanda social urgente que la coyuntura económica justifica», había insistido, en referencia a las dificultades presupuestarias que atraviesa su país, debido a la caída de los ingresos petroleros provocada por la bajada de los precios del crudo.
Según el decreto, el rey saudita sopesó los «pros y los contras de la prohibición» antes de tomar una decisión.
El monarca aseguró asimismo que «la mayoría de los grandes ulemas (doctores de la ley islámica) estaban a favor de una medida que permitiera conducir a las mujeres».
Estados Unidos celebró el decreto adoptado por su gran aliado en Oriente Medio. «Estamos muy felices», dijo la portavoz de la diplomacia estadounidense, Heather Nauert, que calificó esa decisión de «gran paso en la buena dirección».
Los intentos de mitigar las restricciones sociales, que hasta el momento no se han traducido en mayores derechos civiles ni políticos, buscan acallar las críticas sobre una reciente campaña de represión, consideran varios analistas.
Las autoridades detuvieron este mes a una veintena de personas, incluidos predicadores influyentes e intelectuales, en el marco de una «campaña coordinada», según militantes.
afp