LAS VEGAS, EE. UU. El presidente Donald Trump felicitó el miércoles a Las Vegas por su «valentía» tras sufrir la peor matanza a tiros en la historia reciente de Estados Unidos, mientras el FBI seguía armando el rompecabezas de lo ocurrido.
Tres días después de que Stephen Paddock, un estadounidense de 64 años, matara a 58 personas e hiriera a más de 500 en pleno centro de la meca del juego y el entretenimiento, el mandatario visitó con su esposa Melania un hospital y un centro de comando de la policía para reunirse con víctimas y socorristas.
«Vimos una valentía tremenda, la policía, increíble, la gente, increíble. En nombre de nuestro país, de nuestro gran país, queremos agradecerles. Son una inspiración», señaló Trump, al destacar cómo personas malheridas no dejaban de ayudar a otros en la fatídica noche del domingo.
Paddock abrió fuego contra unas 22.000 personas congregadas en un festival de música country desde una habitación en el piso 32 del hotel Mandalay Bay. Se quitó la vida antes que llegara la policía.
«Estados Unidos es una nación de luto», dijo el presidente, que invitó a los sobrevivientes a la Casa Blanca. «Cuesta encontrar las palabras para explicar a nuestros hijos cómo puede existir tanta maldad».
El móvil del atacante sigue siendo una incógnita. Lo que se sabe es que Paddock era un contador jubilado, que le gustaba apostar fuerte y era dueño de un arsenal. Está claro que fue un acto planificado -colocó incluso una cámara afuera de la habitación para saber si la policía llegaba a buscarlo- pero no dejó ni nota, ni carta, ni manifiesto.
Por lo pronto se desestimó un vínculo de Paddock con el grupo yihadista Estado Islámico (EI), que reivindicó el ataque sin dar pruebas y lo llamó un «soldado del califato».
AFP