La inflación de alimentos se acelera con fuerza en Venezuela, por lo cual los ciudadanos deben destinar como mínimo 100.000 bolívares para adquirir un kilo de carne y un kilo de pollo entero.
Por esta situación, la rutina alimenticia del venezolano ha de estar en constante cambio. Tomando en cuenta que el salario mínimo integral se ubica en 325.544 bolívares, solamente comprar tres kilos de proteína animal representa la tercera parte del ingreso mínimo.
Antes de la regulación implementada por el Gobierno Nacional desde el viernes pasado, debían destinarse por lo bajito 87.000 bolívares para adquirir un kilo de milanesa de pollo y un kilo de muslo sin hueso. Hace 30 días oscilaba entre 20.000 y 30.000 bolívares.
En septiembre, el bisteck costaba 32.000 bolívares, y poco antes de la reciente regulación de la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos de Venezuela (Sundde) había subido a 52.000 bolívares.
La carne de cochino y el pernil también han aumentado y llegaron a 69.000 bolívares en los supermercados. Y la chuleta ahumada sobrepasó el precio de 86.000 bolívares.
Tras una reunión con productores, la Sundde ordenó bajar el precio de la carne y prometió la revisión de los precios, pero no se conocieron mayores detalles hasta que el presidente de Fedenaga, Carlos Albornoz, indicó que el kilo de carne sería fijado en 41.000 bolívares y se liberarían los cortes parrilleros.
Cabe destacar que la oferta de carne y pollo disminuyó en numerosos lugares tras la regulación de los precios, ya que algunas carnicerías decidieron bajar la santamaría por negarse a trabajar a pérdida.
“Hasta donde alcance la cobija”
Raúl Vidal, quien trabaja vendiendo arepas rellenas, declaró que todos los días debe caminar durante horas para conseguir la oferta de carnes más accesible. “Hemos aprendido a comer de todo. La chuleta, bisteck y pollo lo he sustituido por corazón de res, hígado de pollo, sardina y carne molida. A la carne molida le echamos papa, cebolla, repollo, zanahoria y verduras para rendirla porque el ingreso no alcanza para comprar en grandes cantidades”, señaló.
Igualmente, Jeni Álvarez, jubilada, expresó que su consumo de proteínas disminuyó de manera considerable: “No puedes comprar un kilo de carne porque se te va todo lo que tienes y esa cantidad no alcanza para un mes”, lamentó. “Ahora consumo carnes tres veces a la semana y me la ingenio con arroz, frutas y vegetales: berenjenas, calabacín, brócoli… También acompaño el contorno con granos”.
Por su parte, María Alejandra Gil, contadora y quien vive con 3 personas, expuso que, aunque consume proteínas de origen animal todos los días, siempre debe rendirlo con arroz, pasta y vegetales.
“Mi consumo de carnes se mantiene porque la adquirimos en una distribuidora y, eso sí, todo el dinero del grupo familiar se destina a comprar comida”, declaró.
De esta forma, el testimonio de Gil concuerda con la estimación arrojada por el último informe de Econalítica, en el cual señala que 81 % de los venezolanos viven en condiciones de pobreza y destinan 90 % de sus ingresos a la compra de alimentos.
Nuevos precios en diciembre
El Ejecutivo y el sector cárnico volverán a establecer mesas de trabajo en diciembre a fin de revisar los precios en la venta de este rubro, cuyo costo se acordó en 41.000 bolívares el kilo el pasado viernes.
Carlos Odoardo Albornoz, presidente de Fedenaga, adelantó que los productores organizan un plan para instalar a finales de año, «mercados de localidad” en los que se venderá carne a la población si intermediarios, un iniciativa que según el productor agropecuario «contribuirá a palear la situación».
«Esta es una colaboración para mitigar el problema. Las asociaciones decidirán por cuál estado del país comenzarán a instalarse estos mercados, posiblemente por Occidente y no descartamos que podamos abordar 4, 5 u 8 sitios simultáneamente, a lo largo del país», agregó.
(Información de Reymar Reyes Moncayo/cronica.uno.com)