El principal opositor ruso, Alexei Navalny, hizo este lunes un llamado a boicotear las elecciones presidenciales del 18 de marzo después de que su candidatura fuera rechazada, en unos comicios en los que Vladimir Putin se encamina a conseguir su cuarto mandato.
Basándose en una sentencia judicial, que el carismático opositor califica de montaje en su contra, la comisión electoral rusa votó por unanimidad, en una audiencia pública, el rechazo a la candidatura de Navalny presentada la víspera, al término de una jornada de movilizaciones a su favor.
«Anunciamos una huelga de voto. Vamos a pedir a todo el mundo que boicotee estas elecciones, no reconoceremos los resultados», reaccionó el opositor poco después del anuncio de la comisión.
«El proceso al que estamos invitados a formar parte no es una elección. Sólo Putin y los candidatos que él ha personalmente elegido, los que no representan ninguna amenaza, pueden participar», explicó en un video difundido en su página web.
Esta decisión era previsible, puesto que esta comisión ya había advertido en varias ocasiones que Navalny no podría presentarse antes de 2028 debido a una condena judicial por desvío de fondos en un caso que se remonta a 2009.
La presidenta de la comisión, Ella Pamfilova, aseguró no tener «ninguna observación» respecto a los documentos aportados por el carismático abogado, repitiendo que se trataba de hacer respetar la ley.
«Es evidente que estos casos fueron creados para no dejarme presentar», denunció Navalny en los debates públicos anteriores a la decisión, basándose en una resolución de la Corte Europea de Derechos Humanos (CEDH).
Base de fieles partidarios
Considerado como el principal opositor al presidente Vladimir Putin, que aspira en marzo a un cuarto mandato, Navalny, de 41 años, ha llevado a cabo una campaña desde hace meses que le permitió hacerse con una base de partidarios fieles, a veces muy jóvenes, gracias a videos virales que denuncian la corrupción de las élites.
En sus mítines ha congregado a miles de simpatizantes y ha abierto decenas de oficinas de campaña por todo el país, a los que ahora llama a boicotear los comicios.
Carismático abogado y bloguero anticorrupción, con tintes a veces nacionalistas, en marzo y junio también organizó dos importantes manifestaciones, que se saldaron con miles de detenciones.
El domingo, Navalny movilizó a miles de sus seguidores en toda Rusia para intentar imponer su candidatura, pese a su inelegibilidad. En el acto de Moscú, al más puro estilo estadounidense, se dirigió a la prensa y a cientos de sus partidarios.
Aunque persisten problemas como la corrupción, la atención médica de pésima calidad y un nivel de pobreza muy elevado, los sondeos auguran una amplia victoria de Vladimir Putin, con una popularidad del 80%.
Putin, quien llegó en el año 2000 a la presidencia de un país con inestabilidad en el poder y una economía tambaleante, es elogiado por muchos ciudadanos rusos por haber aportado una nueva prosperidad, principalmente gracias al maná petrolero, y por haber vuelto a colocar a Rusia en el escenario internacional.
En las elecciones de marzo, Putin tendrá que competir con los tradicionales candidatos del Partido Comunista y los nacionalistas del LDPR, así como con la estrella de la televisión, Ksenia Sobchak, cercana a la oposición y que espera recabar los votos de los rusos descontentos con la situación del país.
El mandatario ruso siempre se ha limitado a presentar a Navalny, de quien no suele ni mencionar el nombre, como una figura marginal y un oportunista que «utiliza las dificultades existentes para su propia comunicación política».
afp