Luego de ser, por más de un año, el albergue de venezolanos que llegan al Colombia huyendo de la crisis social y económica por la que atraviesa su país, la Dirección de la Terminal Metropolitana de Transportes de Barranquilla instaló una reja que restringe el acceso y decidió que estas personas deben buscar otro lugar, reseñó El Tiempo.
La determinación la hacen para garantizar la seguridad de los pasajeros, conductores, comerciantes y trabajadores en general de la Terminal, debido a que las riñas se han vuelto frecuentes en el interior y en el sector aledaño a este lugar, en las que han estado involucrados venezolanos que han encontrado un refugio allí.
“Ya se han visto una serie de situaciones que afectan a los pasajeros, trabajadores y comerciantes de la Terminal, también a los niños que están viviendo en el parqueadero. Se ve la prostitución, venta de alucinógenos y riñas. Esta es una decisión difícil porque es una problemática social, pero ya tenemos que tomar cartas en el asunto porque las entidades del Gobierno no le han buscado una solución”, destacó Dewin Silva Llinás, subgerente de la Terminal de Transportes.
Aunque personal de Migración Colombia, Secretaría de Salud de Soledad, Bienestar Familiar, Procuraduría y Defensoría del Pueblo se han acercado a prestar ayuda esporádica a los venezolanos, todavía no se ha dado una solución real a la problemática.
Inicialmente, en la Terminal les dieron alojo temporal en el parqueadero a 30 ciudadanos venezolanos que llegaron a Barranquilla sin tener un lugar a dónde ir, pero la cifra aumentó considerablemente, a tal punto de que en el pasado mes de diciembre, llegaron a ser casi 400, entre hombres, mujeres, ancianos y niños, que vivían en andenes y debajo de los árboles del parqueadero.
Hasta el jueves, sólo quedaban alrededor de 120 personas, pues por la decisión de las directivas de la Terminal de desalojar el espacio, algunos ya se habían ido a vivir a otros lugares.
La estadía de los venezolanos se convirtió en un problema no sólo para la entidad, para quienes tienen sus negocios y viven en los sectores circundantes, sino para la comunidad en general, debido a que “no sólo hacen sus necesidades fisiológicas en la parte externa de la Terminal, al lado de los restaurantes, sino que han reventado la tubería de agua para bañarse; incluso nos han dicho que usan esa agua para volver a llenar botellas de agua para después venderlas”, agregó Silva.
Artículo ampliado en El Tiempo