Polifacético. Melómano. Dicharachero, al mismo tiempo principista y vertical en cuestiones de ética y trabajo. Por sobre todo un gigante del periodismo y apasionado del beisbol, que cultivó con esmero y en el cual dejó sus mayores demostraciones de calidad profesional, además de brillante en su cobertura, preciso en el comentario radial y ejecutivo exitoso al menos en tres equipos.
Con todo y esa vasta trayectoria en la pelota, a Rubén Mijares no puede reducírsele a esa sola actividad. Porque sí alcanzó cotas muy altas alrededor de esa disciplina -cuyo lenguaje aplicaba con chispa al acontecer diario-, su calidad periodística llegó mucho más lejos. Tanta que en su tiempo no hubo quien se manejara con tanta versatilidad, y así su trajinar incluyó amenos escritos sobre baloncesto, voleibol o atletismo, conocedor como fue, en general, de los deportes. Su ansia por saber le llevó a documentarse ampliamente en cada uno, proyectando la misma perseverancia con que aprendió el inglés y –luego de años asistiendo al béisbol en condición de fanático en casi el mismo sitio de la tribuna, al lado del palco de la prensa- desde sus primeros tiempos en La Esfera mostró capacidad fuera de lo común.
La República, El Nacional –donde desarrolló su labor más importante- y El Impulso le tuvieron como figura de trascendencia, haciendo larga carrera en televisión y radio como uno de los comentaristas más calificados. Cuatro Premios Nacionales de Periodismo, entre infinidad de galardones, dejaron constancia de su exitoso tránsito vital, coronando al dársele su nombre al actual campeonato de beisbol profesional.
En el voleibol fue incluso árbitro internacional. Y su vocación de reportero bien cultivado le dio oportunidades como la cobertura sobre el asesinato de Kennedy (estaba en Estados Unidos en ese momento y ni él ni El Nacional vacilaron para acudir a Dallas). Dos detalles, fuera del beisbol, que revelan lo que fue el oriundo de Puerto Cabello, crecido en Caracas y con anclaje en Barquisimeto y, últimamente, Margarita, fallecido a los 79 años.
Maestro de periodistas, trabajador incansable, son muchas las cosas buenas que hablar sobre Rubén, fuente inagotable de anécdotas -que narraba con sabroso estilo- con quien compartimos la cobertura de infinidad de competencia. Allí conocimos al amigo consecuente, al hombre vertical y al gran periodista, cuya ausencia, no por esperada -venía luchando mucho tiempo con la diabetes- menos impactante. Sin olvidar al buen hijo, siempre consecuente con su madre, su Prudencia.
Sirvan estas líneas, un tanto atropelladas, todavía afectados por la noticia, para despedir a un compañero que deja profunda huella. Nuestros condolencias a sus deudos. Descanse en paz.
Adiós a Varelita
El comienzo del año sacude al deporte –especialmente al voleibol- con otra pérdida significativa. Ayer falleció en Maracay José Antonio Varela, entrenador y árbitro con medio siglo de provechosa actividad.
Varelita –como le llamábamos todos- desarrolló su trayectoria, fundamentalmente, en el Colegio Santa Cecilia, el Liceo Militar Gran Mariscal de Ayacucho y en el Instituto Pedagógico de Caracas, manejando equipos y selecciones. En un tiempo, asimismo, subió a la escalera para dirigir partidos, recibiendo también el reconocimiento general.
Responsable, perseverante y eficiente en su trabajo, “el gocho” –otro andino que “conquistó Caracas”- fue protagonista en una época en que el llamado “deporte de la malla alta” exigía mucha vocación para mantenerse, dado el escaso respaldo y muchas veces con actividad al aire libre. Forma parte, pues, de una etapa de siembra cuya historia está por escribirse. Paz a sus restos.
Armando Naranjo
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