«Esto es una canallada». Avelino llora, siente rabia, tristeza. Junto a dos de sus hijos, llegó este viernes temprano al aeropuerto de Maiquetía -que sirve a Caracas-, pero encontró vacío el mostrador de la aerolínea panameña Copa Airlines.
Cientos de pasajeros se aglomeraban en una fila zigzagueante y caótica, un día después de que el gobierno venezolano suspendiera por tres meses la relación económica con altos funcionarios y la empresa panameña, en represalia por sanciones de ese país contra el presidente, Nicolás Maduro, y varios jerarcas del chavismo.
En las primeras horas no había empleados en las taquillas y las pantallas que indican el curso de los vuelos permanecían apagadas.
«Esto es un arroz con mango (desastre)», se quejó Avelino Fernández, inmigrante español de 83 años que llegó en barco a los 17 y echó raíces en el país petrolero.
Con la voz quebrada aguardaba impaciente respuestas para poder viajar a Argentina con uno de sus hijos, que necesita operarse un ojo.
Pero el hijo de Avelino, Francisco Fernández, un ejecutivo de 53 años, opina que la media «afecta a la gente, no al gobierno de Panamá».
Copa Airlines suplía la cada vez más mermada oferta de vuelos en Venezuela, a raíz de una fuga masiva de aerolíneas por millonarias deudas comerciales, y se había convertido en la principal conexión entre el país y el resto de América Latina.
A Francisco le preocupa el creciente aislamiento aéreo. «Las posibilidades se van trancando cada día más. El aeropuerto está vacío, ya casi no hay empresas operando», señaló a la AFP.
Miedo a no poder salir
Durante la larga espera algunos optaron por sentarse sobre sus maletas, otros lo hicieron en el piso ante la falta de asientos en el área de chequeo.
Tras varias horas, llegaron algunos empleados. En simultáneo se acercó una docena de militares y funcionarios del Instituto de Aviación (Inac).
«No tomen fotos», le advirtieron a varios pasajeros que grababan la aglomeración con celulares.
Desesperados, varios intentaron obtener respuestas y acercarse a preguntar.
«Hagan una fila, no se acerquen, los atenderemos uno por uno», ordenó a todo grito un trabajador. A partir de ese momento en las diez pantallas dispuestas en el mostrador se leía «cancelado».
Copa ofreció reembolsos sin cargos adicionales o cambiar el itinerario saliendo desde otros países como Colombia.
Pero el «problema está en cómo salir de Venezuela», observó Marleny Pachecho, una venezolana nacionalizada estadounidense que había llegado al país a visitar a su madre de 94 años.
La familia de Avelino intenta reservar con una de las pocas aerolíneas venezolanas que vuelan al exterior. «El gasto corre por nuestra cuenta. Estamos tratando de salir a Colombia o República Dominicana y allí conectar con Copa hasta nuestro destino».
Venezuela ha visto como abandonaban el país una docena de aerolíneas desde 2014, por deudas que mantiene el gobierno con éstas y que rondan los 3.800 millones de dólares, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA).
Actualmente solo operan unas 10, siete de ellas a Europa, lo que podría resultar insuficiente para la diáspora que gestó la grave crisis socioeconómica.
Marleny, que viaja cada año desde Estados Unidos a visitar a su madre, no está segura de regresar a Venezuela. «No sé si volveré, porque temo que ya no pueda salir», dijo compungida.
AFP