El cuerpo fue hallado en un terreno baldío conocido como Las Ruinas, cerca de la avenida Panteón, en Caracas. Estaba amordazado, tenía múltiples puñaladas y signos de tortura, además de un profundo corte en el cuello
Redacción / Diario La Voz
El cantante de música urbana Carlos Alberto Villal Báez (28), de nacionalidad dominicana, fue secuestrado y asesinado el jueves a las 2 de la madrugada en el edificio Este de Terraplén en la avenida Panteón, cerca del Mausoleo.
El joven se encontraba descalzo en un pasillo del edificio conversando por teléfono, cuando todo el inmueble quedó a oscuras y fue abordado por dos sujetos armados que lo sacaron a la fuerza y lo llevaron a un terreno baldío llamado Las Ruinas. Allí lo torturaron con objetos filosos para robarle la cadena, el reloj y el dinero que tenía. Los efectivos policiales consiguieron el cuerpo de la víctima amordazado con una franela, presentaba múltiples puñaladas y un corte profundo en el cuello.
Allegados dijeron que la exnovia del occiso llamó dos veces a la tía de Villal: una para comunicarle que lo habían secuestrado y pedían rescate. Y otra para decirle que había recibido una foto del cadáver y para dar las coordenadas del lugar donde fue asesinado.
Juana Báez, madre de la víctima, de origen dominicano y residenciada en Aruba, llegó el viernes a reclamar y repatriar los restos de su hijo, quien vino hace seis años a Venezuela con el sueño de iniciarse en la música. Se hacía llamar El Mago de la Música. Hay videos en Youtube donde se le ve cantando dentro del Metro y trabajaba en una zapatería del centro de Caracas. La víctima ya tenía lista la carta de ruta para irse de Venezuela hacia Chile, pero antes quería dejar listo los permisos de salida de su hijo de dos años e ir a su país natal para ver a su hija de siete.
Familiares de Carlos Villal sospechan de su exnovia, con quien tuvo una relación hace cuatro años, y quien dio a conocer su paradero.
El dinero que había recibido el joven de una remesa proveniente de una tía que vive en España estaba en la cuenta de la mujer, pues Villal no tenía sus papeles en regla y no poseía cuenta propia.
Muere de inanición
Rosner Manuel Fernández González (24), de la etnia wayuú, murió de un paro cardíaco por desnutrición severa, tras estar nueve meses detenido en un calabozo de Polichacao.
«La última vez que hablé con mi hijo me dijo: ‘Papá, aquí voy a morir es de hambre», recordó Robinson Fernández, padre de la víctima.
«No es posible que no le den alimentos a los reclusos y nosotros estábamos muy lejos de la ciudad para poder ayudarlo».
El joven tenía cuatro años en Caracas y desconocen los motivos por los que estaba detenido. Fernández dijo que pidieron apoyo al Ministerio para los Pueblos Indígenas para resolver el caso.
Este fin de semana también dejó sellado el destino de Carlos Eduardo Hernández Pedroza (36), quien fue abaleado el pasado miércoles a las seis de la tarde en la plaza Capuchinos.
La víctima estaba comprando en una panadería y de regreso cruzó la plaza quedando en medio de una balacera, le dieron dos tiros en la pierna derecha y uno en la ingle.
La novia lo esperaba cerca y lo llevo al hospital Pérez Carreño donde lo operaron pero no sobrevivió pues había perdido mucha sangre por la hemorragia interna que le produjeron las heridas.
Carlos Hernández se desempeñaba como vigilante de un plantel público en la noche y de día vendía café para ayudarse. Deja una hija de 10 años, comentó su hermana, Ámbar Hernández.
Redacción / Diario La Voz