«¡Viva Kylian!, ¡viva la República!, ¡viva Francia!» El gol de Mbappé y la victoria de Francia en la final de la Copa del Mundo llenó de felicidad este domingo al AS Bondy, el club de las afueras de París donde el prodigio aprendió a jugar.
Minuto 65 del partido contra Croacia. El estadio de Bondy estalla de alegría. Gritos, banderas tricolores agitadas en todos los sentidos. La estrella de la ciudad, Kylian Mbappé, de 19 años, acaba de meter un gol. Francia gana 4 a 1 contra Croacia.
«¡Es increíble, demasiada emoción! Mbappé, balón de oro, es obligatorio, balón de oro!», grita Yuseff, de 19 años, que jugó en el club AS Bondy con él.
«Gracias a él Bondy también entra en la historia», añade Mohamed Mouloudi, de 21 años.
Situado a 8 km al este de París, Bondy es un municipio del departamento de Seine-Saint-Denis, uno de los más pobres de Francia con un índice de desempleo de 19% (contra 8,9% a nivel nacional), donde el fútbol suele percibirse como uno de los únicos medios de salir de esta situación.
En total 8 de los 23 jugadores del equipo de Francia proceden de un club parecido a este de la región parisina, un vivero de talentos que contribuye al éxito de los Bleus desde hace años.
En Bondy, Mbappé es motivo de orgullo y cuenta incluso con un retrato gigante dibujado en un bloque de edificios.
«Da luz a la ciudad, ¡estamos más orgullosos que nunca!», afirma Kader, de 28 años, con la camiseta de Mbappé a la espalda mientras sigue la final en una pantalla gigante.
Athmane Airouche, el presidente del club, con pantalón corto y chanclas, agarra el micrófono: «¡Somos campeones del mundo!», repite. «No sé si os dais cuenta, pero tenemos a un campeón del mundo en Bondy!» «Kylian, Kylian, Kylian», responde la multitud.
Es el segundo goleador más joven en una final del Mundial desde Pelé en 1958 y el campeón del mundo más joven de la historia de los Bleus.
«¡Hace 5 años, todavía estaba aquí!», añade el presidente del AS Bondy, que no acaba de creérselo. «¡Gracias Kylian! ¡Viva Bondy!, ¡viva la República!, ¡viva Francia!»
«Rapidez» y «buenas notas»
«¡Soy una fan!», dice Linda Bourja, de 41 años, con una camiseta de Mbappé en la espalda. «Teníamos previsto irnos el martes de vacaciones pero las postergamos para vivir aquí la final».
En Bondy, muchos dicen tener recuerdos con el campeón, consagrado el domingo como mejor jugador joven del Mundial por la Fifa. «Hicimos locuras juntos», asegura Yousseff, que recuerda «su rapidez».
«Le pasábamos el balón, él zigzagueaba entre todo el mundo y ¡gol! como en una película. Lo ascendieron de categoría muy pronto. Cuando estaba en las U15 (menos de 15 años), el entrenador de las U17 lo pedía para jugar los partidos importantes».
Todos elogian a su familia. Su padre fue entrenador y dejó huella en el club. «Teníamos que traer las notas y si no eran buenas no jugábamos el fin de semana».
Una política que el club sigue aplicando, explica el presidente: «Si no eres bueno en el colegio, no juegas».
A los jóvenes que sueñan con ser un nuevo Mbappé les dice: «Sé tú mismo, toma ejemplo, trabaja, pero vive tu vida».
No hay que olvidar todo lo que los suburbios «hacen bien», añade Athmane Airouche. «Todos los otros talentos, los médicos, los abogados», también nacidos en Bondy.
AFP