La única manera que la Naturaleza encontró para nuestra reproducción (afortunadamente) es el sexo. En el reino animal esta actividad ocupa una buena parte del ciclo de vida de muchos mamíferos, alcanzando puntos extremos como por ejemplo el de los leones (¡que tienen sexo entre 20 y 40 veces por día!) o puntos muertos como el de los lobos (que se abstienen durante largos períodos de meses y meses).
Sea como sea y teniendo en cuenta las variaciones, es necesario tener sexo para sobrevivir. Pero en el caso de los animales ¿ellos tienen relaciones porque necesitan tenerlas o por que el sexo les apetece tal como ocurre con los humanos? Mark Berkoff tiene interesantes respuestas.
Berkoff, biólogo de la Universidad de Colorado que acaba de lanzar el libro The Emotional Lives of Animals (Las Vidas Emocionales de los Animales) maneja dos hipótesis. La primera es que sí lo disfrutan. La segunda es un humilde “es imposible saberlo”.
Claro, Berkoff apunta a que es imposible saber si un mosquito, una araña o un escarabajo disfruta teniendo sexo, pero en el caso de mamíferos mayores con comportamientos sociales estudiados sí es posible saber si disfrutan teniendo sexo independientemente del instinto reproductivo inherente a todas las especies.
De hecho, atendiendo a las expresiones faciales en los rostros, las relajaciones de algunos músculos y movimientos del cuerpo, Berkoff asegura que es posible en algunos casos concluir que los animales disfrutan teniendo sexo, y que además disfrutan particularmente sus orgasmos. Tal es el caso de los delfines o de los chimpancés pigmeos, quienes mantienen relaciones fuera de sus épocas reproductivas.