En junio del 2016, el gobierno del presidente Nicolás Maduro creó el sistema para la distribución de alimentos subsidiados como medida para enfrentar la especulación. Han pasado tres años y ciudadanos e investigadores del tema están más convencidos de que no es más que un mecanismo de chantaje y control social
Alfonsina Méndez, de 55 años, vive en un barrio de Guarenas, municipio Plaza, en condiciones críticas: no tiene empleo formal ni pensión. El dinero que obtiene vendiendo chucherías y lo que recibe en los bonos del sistema Patria le alcanzan para medio comer. Los 12 productos que contiene la caja CLAP, en su mayoría carbohidratos, no le duran todo el mes. Sus 44 kilos y una anemia crónica diagnosticada en el Hospital Universitario de Caracas, reflejan deficiencias nutricionales.
Ella, sin saberlo, forma parte de los 6,8 millones de personas que padecen hambre, según las estadísticas que maneja la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en el informe “El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo. 2019”.
“La comida sube a cada rato de precio y no podemos comer como antes. Rebajé como 20 kilos. Tengo tiempo que no como carne ni pollo. Cuando no tengo comida tomo mucha agua, me toca comer arroz solo o pasta sola. Ya no soporto las lentejas. ¡Las odio! La caja es una ayuda para mucha gente pobre como yo, pero hay productos que vienen vencidos. Ojalá los alimentos mejoren en calidad y cantidad y tenga precios justos”.
Mala calidad y menos alimentos
La doctora Maritza Landaeta, directiva de la Fundación Bengoa para la Alimentación y Nutrición e integrante del Observatorio Venezolano de la Salud, afirma que el CLAP se ha venido a menos en cantidad y calidad. A una familia de cinco miembros se le entregaba una caja de 12 alimentos que le duraba cinco días, pero en la actualidad esa misma familia recibe menos comida.
“Los últimos datos son que el CLAP está llegando con cinco alimentos y en la calidad del producto no hay certezas. Están llegando productos de China y a granel y los están empacando en Venezuela. Desde el punto de vista de la inocuidad de los alimentos, no tenemos ninguna certeza porque no se está haciendo ningún seguimiento”.
Igualmente, la doctora dijo que en los colegios donde realizan sus estudios nutricionales llegan por el sistema CLAP harinas, pasta y arroz, no hay ningún otro alimento complementario. “Siguen repartiendo lentejas, la gente está cansada de comer siempre lo mismo, están produciendo un nivel de hastío en la población. Nos encontramos con que los niños botan las lentejas porque no las quieren comer todos los días”.
En barriadas del municipio Plaza de Guarenas distribuyeron a un costo de 10.000 bolívares, más 1.000 en copias y transporte, 12 productos con un peso neto de 12,5 kilos. La caja contiene una harina, dos paquetes de arroz, cinco paquetes de pastas, una bolsa de leche, dos paquetes de lentejas y un litro aceite.
Alfonsina Méndez cuestionó la calidad de los alimentos. “La leche es tan salada que no sirve para preparar alimentos para los niños. El arroz viene con gorgojos. Hace dos meses la pasta vino vencida, el aceite se consume en dos arepas fritas. Ya no viene el atún. Estos productos no alcanzan para la alimentación de un grupo familiar ni de tres personas y menos para un mes”.
Y lamentó haber tenido que firmar las planillas contra el presidente estadounidense para comprar la caja CLAP.
En las veredas de Coche, en el municipio Libertador, también cuestionan el proceso de distribución de alimentos. “Cada mes viene con menos productos y cuesta más. Los paquetes de pasta siempre vienen rotos, eliminaron la leche, los granos, un aceite y en la bolsa de septiembre el arroz me vino con gusanitos, una harina amarilla que terminé botando porque parecía ligado con cal o yeso, es incomible, las arepas quedan como una piedra”, denunció un vecino.
Familiares de Edicta Padrón, de 78 años, quien residente de Los Rosales, parroquia San Pedro (Caracas), denunciaron en la Defensoría del Pueblo que el encargado del CLAP en esa comunidad amenazó con no entregarle la caja de alimentos de octubre porque le faltaban 500 bolívares para completar los 1.000 que cuesta el transporte.
“Las cajas llegan abiertas en Los Rosales y San Pedro, las debían entregar cada 15 días y tenían un mes que no las traían”.
Deficiencias de proteínas
La hiperinflación se come el salario mínimo y la posibilidad de que una persona pueda alimentarse bien con los 40.000 bolívares que gana mensualmente. En estos momentos hay mucha dificultad para cubrir los requerimientos de proteína tanto animal como vegetal.
En sus estudios nutricionales, la Fundación Bengoa ha encontrado en las escuelas del país que, además de la desnutrición aguda, está subiendo la crónica. “Son esos niños que tienen tiempo que no reciben las calorías suficientes. El porcentaje por desnutrición crónica puede llegar a 30 % en la población escolar”, afirma la doctora Maritza Landaeta.
La especialista también acotó que muchas familias pueden comprar alimentos con proteínas con el dinero que reciben de las remesas de familiares en el exterior.
Los alimentos proteicos son los que han subido más de precio, son los que la gente no puede comprar, se les hace imposible cumplir requerimientos de proteínas vegetal o animal porque dependen de la bolsa. Realmente el porcentaje de cobertura de la energía que corresponde a la proteína se redujo a la mínima expresión”.
¿Y las proteínas?
En abril, el Gobierno Nacional anunció recursos para el Plan Proteína con la intención de distribuir pollo, huevo, carne y pescado. La especialista en nutrición Maritza Landaeta indicó que estos alimentos llegan a ciertas áreas, con lo cual “establece una gran inequidad dentro de la población”.
En el kilómetro 23 del pueblo de El Junquito distribuyen los alimentos proteicos, pero de forma discrecional. Son vendidos a los allegados de los voceros del consejo comunal.
En septiembre, el combo de proteínas incluyó un kilo de carne, una mortadela, un cartón de huevos y un pollo, todo por 12.000 bolívares, pero solo benefició a las personas que acudieron a un acto con el alcalde de La Guaira, José Luis Terán.
En Paulo VI, municipio Sucre, aseguran que llevan meses sin recibir atún, aceite, mayonesa y salsa de tomate.