En Haití, país sumido en una crisis política y social desde hace un año, opositores piden a diario en manifestaciones callejeras la renuncia del presidente Jovenel Moise, a quien acusan de corrupto e incompetente. Pero el mandatario no da indicios de una posible dimisión ni de un plan concreto para salir de una situación que tiene al país más pobre de las Américas prácticamente paralizado. En una entrevista exclusiva con la AFP, consultado sobre si considera terminar de forma anticipada su mandato, Moise dice que no está «aferrado al poder» sino más bien «aferrado a las reformas, porque el país ha sufrido por muchas décadas». Para Moise, las prioridades son una reforma constitucional, aduanera y del sector energético, y la informatización de la gestión gubernamental. A fines de agosto, las protestas por una escasez nacional de combustible se tornaron violentas y han derivado en una presión creciente contra el presidente, que asumió en 2017 luego de una elección que a los ojos de muchos fue fraudulenta. Las manifestaciones se han multiplicado y en las últimas semanas varios grupos sociales y asociaciones profesionales, incluidos movimientos de artistas y estudiantes universitarios, han tomado a su turno las calles para protestar.