La joven Nusrat Jahan Rafi murió días después de que le prendieran fuego. Seis meses después, este 24 de octubre, 16 personas fueron condenadas a muerte por este crimen.
Entre los condenados figura el director de la escuela religiosa donde estudiaba la adolescente y contra quien presentó la denuncia por acoso sexual, así como varios profesores y estudiantes del centro.
Ella había presentado una denuncia de acoso sexual contra el director de su centro educativo.
Su valentía al hablar sobre la agresión sexual, su muerte cinco días después de ser quemada y todo lo que pasó entre una cosa y otra causó conmoción en Bangladesh.
El caso ha puesto atención sobre la vulnerabilidad de las víctimas de acoso sexual en el conservador país asiático.
Muchas niñas y mujeres jóvenes en Bangladesh optan por mantener sus experiencias de acoso o abuso sexual en secreto por miedo a ser rechazadas por la sociedad o sus familias.
Lo que hizo diferente el caso de Nusrat Jahan fue que no solo habló de ello, sino que fue a la policía apoyada por su familia el mismo día que ocurrió el supuesto abuso.
Para una joven en su posición, denunciar un caso de acoso sexual puede tener graves consecuencias. Las víctimas se enfrentan a menudo al enjuiciamiento de sus comunidades, al acoso en persona y en internet y, en algunos casos, a ataques violentos. Nusrat experimentó todo esto.
Según la declaración hecha por la propia Nusrat, una estudiante la llevó al tejado de la escuela con el pretexto de que a uno de sus amigos le estaban dando una paliza.
Cuando Nusrat llegó al tejado, cuatro o cinco personas, con burkas, la rodearon y supuestamente la presionaron para que retirara la denuncia contra el director. Cuando ella se negó a hacerlo, le prendieron fuego.
El jefe del departamento local de policía, Banaj Kumar Majumder, dijo que los asesinos querían que pareciera «un suicidio». Dias después murió a consecuencia de las quemduras