Abu Bakr al-Baghdadi era conocido como «Maradona». De chico era un delantero implacable, según la biografía escrita por un simpatizante del terrorista, Turki al-Bin Ali, en agosto de 2013. Fuera de la cancha sus amigos de la mezquita lo describían como «tímido, calmo y predicador».
Pero con el paso de los años, aquel joven solitario se transformó en un líder sanguinario del grupo Estado Islámico (EI), responsable de llevar a la jihad aún más lejos que Al-Qaeda.
De él solo se conocieron un par de fotos y un solo video. Los pocos que lo vieron dicen que usaba una máscara para que no lo reconocieran y, según los analistas, esa oscuridad atrajo a varios simpatizantes extremistas.
Abu Bakr al-Baghdadi fue dado por muerto muchas veces, pero en las sobras siempre siguió liderando. Esta mañana, seis meses después de la última aparición pública del terrorista, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó que Al-Baghdadi fue ultimado en una operación militar en Siria.
Su vida privada
Si bien no existen muchos datos sobre su vida, equipos de inteligencia norteamericanos e iraquíes se dedicaron exclusivamente a seguirle el rastro. Se supo que su verdadero nombre era Ibrahim Awad Ibrahim al Badry y que nació el 28 de julio 1971 en Samarra, la segunda ciudad de Irak, ubicada al norte de BagdaLos orígenes de Al-Baghdadi se remontan a la tribu Quaraysh, a la que pertenecía el profeta Mahoma. El líder de EI tiene además, según la biografía de Turki al-Bin Ali, un doctorado en jurisprudencia islámica de la Universidad de Bagdad.
Cuando Al-Baghdadi fue proclamado califa de Siria e Irak en junio de 2014, así lo presentó al mundo el vocero del grupo, Abu Mohammed al Adnani: «Un califa de los musulmanes (…). El jeque, el guerrero, el erudito que practica lo que predica. El orador, el líder, el guerrero, el revitalizador, descendiente de la familia del profeta».