La causa de los reveses de la derecha en el subcontinente ha sido el olvido de las necesidades populares y de los programas constitucionales de los estados sociales y democráticos de derecho
Carlos Martínez Ceruzzi
En las últimas tres semanas se han presentado reacciones izquierdistas en Sudamérica, particularmente en Ecuador, Chile, Argentina y Colombia. En Ecuador, Lenin Moreno debió pedir perdón por un aumento compulsivo de la gasolina y tuvo que revocarlo; en Chile han habido monumentales manifestaciones en contra del gobierno de Sebastián Piñera, que por años ha ignorado el clamor del pueblo acerca de necesidades sociales tales como la educación pública, el transporte público, la salud, la vivienda y los ajustes salariales pertinentes. En Argentina, el 27 de octubre del año en curso, ganó las elecciones nada menos que de la Presidencia de la República Alberto Fernández, el candidato representante del kirchnerismo. Asimismo, en Colombia, el mismo día, ganó las elecciones de la Alcaldía de Bogotá Claudia López, representante insigne de la oposición antiuribista, con un programa de gobierno local sumamente progresista, todo lo cual representa una contundente derrota para Iván Duque.
La causa de estos reveses de la derecha en el subcontinente, ha sido el olvido de las necesidades populares y de los programas constitucionales de los estados sociales y democráticos de derecho, la pretensión de implantar programas neoliberales a rajatabla, con un profundo desconocimiento de las bases culturales y morales del liberalismo económico, inexistentes en América Latina, y la priorización de los intereses mercantiles y lucrativos de la clase empresarial por encima de los intereses sociales de la clase trabajadora.
La izquierda carnívora causó estragos en la región durante la década pasada: destruyó las economías, incrementó la corrupción, debilitó al extremo las instituciones democráticas y la separación de poderes, violó los derechos humanos civiles, fortaleció el centralismo y el autoritarismo, atentó en contra de la propiedad privada y la conveniente iniciativa empresarial, y sobre todo, pulverizó el principio de la Alternabilidad, esencial para el funcionamiento de toda democracia política verdadera.
Esperemos que la izquierda vegetariana y democrática latinoamericana haya aprendido la lección, y haya encontrado que la solución adecuada para nuestros países es la moderación: el traslado hacia el centro por parte de los partidos políticos; que den lugar a la implantación de auténticos programas reformistas social demócratas, propios de economías sociales de mercado del tipo alemán y escandinavo por ejemplo, más afines a nuestra cultura y realidad social, que con adecuadas dosis de libertades económicas y equilibrada regulación estatal, han producido espectaculares milagros económicos con respaldo y legitimidad popular en otros países del mundo.
Tentación cesarista
El panorama descrito arriba acerca de los cambios que se están produciendo actualmente en América Latina, que incluye la inestable situación política de Venezuela, están originando en círculos políticos e intelectuales de la región, ciertas posiciones neo cesaristas democráticas, aprovechando la expresión acuñada hace 100 años por Laureano Vallenilla Lanz. Ciertamente, en América Latina no existen las bases culturales y morales del liberalismo norteamericano, pero la rémora del autoritarismo militar, no debe determinar nuestro devenir, además de ser moralmente reprochable el promover golpes de Estado, que generarían más sangre, violencia y atraso a nuestros pueblos.