Con una misa en la catedral de la Asunción ante 700 jóvenes y 10.000 personas congregadas en los aledaños para ver pasar el papamóvil concluyó la visita de Francisco a Tailandia, en la que ha querido llevar cercanía a la pequeña comunidad católica del país.
«Ustedes son herederos de una hermosa historia de evangelización que les fue transmitida como un tesoro sagrado. Esta hermosa catedral es testigo de la fe en Jesucristo que tuvieron sus antepasados», les dijo Francisco en esta catedral construida en 1821 y donde también Juan Pablo II ofició misa durante su viaje en 1984.
Ante los jóvenes presentes, Francisco volvió a insistir en la importancia de los abuelos y de la Historia y lamentó que se les proponga a los jóvenes construir un futuro sin raíces «como si el mundo comenzara ahora».
Porque «es imposible que alguien crezca si no tiene raíces fuertes que ayuden a estar bien sostenido y agarrado a la tierra», añadió.
«No le tengan miedo al futuro ni se dejen achicar; por el contrario, sepan que ahí el Señor los está esperando para preparar y celebrar la fiesta de su Reino», concluyó la misa en la catedral ante los jóvenes.
La segunda jornada de la visita del papa estuvo dedicada a la comunidad católica, un 0,58 % de la población tailandesa, unos 388.000 fieles, pero que estuvieron muy presentes durante todos los actos de Francisco llegando desde varias zonas del país.
Por la mañana, el pontífice viajó al distrito de Sam Phran, a unos 35 kilómetros de Bangkok, donde se encuentra la segunda comunidad católica más grande del país, la parroquia de San Pedro que reúne a unos 18.000 fieles.
El papa fue recibido por decenas de miles de personas a este casi considerado «pueblecito católico» por la alta concentración de fieles y donde se encuentra la parroquia de San Pedro, un colegio del mismo nombre y el santuario del beato Nicolas Bunkerd Kitbamrung.
Además, para la ocasión llegaron también un gran número de católicos chinos y trabajadores de este país que viven en Tailandia.
La primera etapa de Francisco fue la reunión con los religiosos y religiosas del país en la pequeña San Pedro, una parroquia construida en bambú en 1840 por los misioneros y que, aunque ha sido reconstruida en varias ocasiones, mantiene la forma original de una barca de madera para recordar al apóstol pescador.
Allí Francisco recordó la frase de Benedicto XVI de que «la Iglesia no crece por proselitismo sino por atracción» y por tanto les instó a no tener «miedo de querer inculturar el Evangelio cada vez más».
«Es necesario buscar esas nuevas formas para transmitir la Palabra, capaz de movilizar y despertar el deseo de conocer al Señor», les dijo, para que no parezca que «la fe cristiana es una fe extranjera, es la religión de los extranjeros».
También valoró de la Iglesia católica del país que «logran ver belleza donde otros tan solo ven desprecio, abandono o un objeto sexual a ser utilizado».
Después, el pontífice cruzó la calle, arropado por los miles de fieles que se congregaron en este oasis católico en un país de mayoría budista, para entrar en el santuario del beato Nicolás Bunkerd Kitbamrung, el primer mártir tailandés, beatificado el 5 de marzo de 2000 por Juan Pablo II y que murió en 1944 de tuberculosis tras ser encarcelado debido a la persecución contra los católicos.
A ellos el papa les señaló que «viven en medio de un continente multicultural y multirreligioso, dotado de gran belleza y prosperidad, pero probado al mismo tiempo por una pobreza y explotación extendida a varios niveles».
«Ustedes cargan sobre sus hombros las preocupaciones de sus pueblos, al ver el flagelo de las drogas y el tráfico de personas, la necesidad de atender un gran número de migrantes y refugiados, las malas condiciones de trabajo, la explotación laboral experimentada por muchos, así como la desigualdad económica y social que existe entre los ricos y pobres», indicó.
Por otra parte, el papa instó a las religiones a cooperar «ante la globalización económico-financiera y sus graves consecuencias en el desarrollo de las sociedades locales», en el discurso en la prestigiosa universidad de Chulalongkorn ante los representantes de las confesiones con presencia en Tailandia.
El pontífice acudió a esta universidad para encontrarse con los líderes de las diversas religiones que se practican en Tailandia: budismo, islamismo, brahmin-hinduismo y sijismo y que hoy se sentaron junto a él en el salón de actos ante cerca de 1.500 personas entre religiosos y académicos.
En esta ocasión, y como lo hace cuando se reúne con representantes de otras confesiones, el papa pidió colaboración para combatir esos males como los «conflictos civiles: migratorios, refugiados, hambrunas y bélicos; y también la degradación y destrucción de nuestra casa común»
El papa concluyó así su visita a Tailandia y mañana se trasladará a Japón donde también estará tres días.