Este 1° de diciembre se celebró el Día Mundial de la Lucha contra el Sida. El lema es “Las comunidades marcan la diferencia”. En Venezuela es ya una realidad, pues la sociedad civil logró respuesta a través del Plan Maestro, con el que se quiere prevenir el virus y evitar más muertes por VIH-Sida
La crisis de salud no discrimina patología. Pero los que padecen el virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH) llevan doble carga: están desatendidos y discriminados. Esa combinación los hace más vulnerables.
Vicente Rada -se usa seudónimo por seguridad- hace un año se vio forzado a migrar a Colombia. Llegó a Cúcuta completamente descompensado y con pérdida de peso acentuada. Viajó por tierra con su pareja, pagando peaje y soportando las agresiones de los guardias nacionales, que lo atacaban por ser homosexual.
Antes de irse del país, en diciembre de 2018, ya tenía más de siete meses sin tomar los antirretrovirales. Le dio miedo ser un número más en las estadísticas de muertes por VIH-Sida. Por eso migró.
Además, tenía que someterse a una operación y por casi un año esperó ingreso al hospital de Los Magallanes de Catia.
Por ser positivo no lo metían en el quirófano. Tuvo que falsificar el examen de VIH, no es algo que lo enorgullece, pero así fue como logró que le sacaran un lipoma en la espalda.
Cuando llegó a Cúcuta le dieron asistencia y lo estabilizaron. Ya ha ganado peso. La semana pasada estaba en la Fundación AHF retirando los antirretrovirales. “Esto está lleno de venezolanos”, contó a través de una llamada de WhatsApp a un equipo periodístico del portal Crónica.Uno.
Eduardo Franco, secretario general de la Red de Gente Positiva dijo que, como Vicente, otros se han ido a Chile, Perú, Argentina, Bolivia, Ecuador y México. Allá consiguen tratamientos, pero también se han reportado fallecimientos: “Llegan muy descompensados y con enfermedades oportunistas, y es muy poco lo que se puede hacer. Son muertes por VIH-Sida que se pudieron evitar”.
En el hospital de Lídice, en el servicio de Infectología, contó el doctor Carlos Pérez, cada vez son más los jóvenes entre 20 y 24 años que llegan detectables. “Y son esos los que se están muriendo, porque son diagnosticados tarde y no tienen acceso a los antirretrovirales”, lamentó.
Aunque a su servicio también llegan mujeres adultas complicadas con linfomas de sarcoma que requieren intervención quirúrgica: “Les retrasan la atención porque hay médicos que piden el kit de bioseguridad, algo violatorio del derecho a la salud”.
Pérez añadió a esta emergencia que padecen las personas con VIH-Sida la falta de personal especializado. No solo faltan las enfermeras, tampoco hay infectólogos. En su servicio en Lídice solo está él para asistir a casi 1000 pacientes.
El especialista ve esa misma cifra (en compañía de otro infectólogo) en el Centro Inmunológico del Seguro Social de San Bernardino. Casi 2000 pacientes lleva en su récord. Una situación que se repite en todo el sistema de salud público.
En el país muere gente con VIH-Sida, algunos migran buscando calidad de vida, cada año nacen más. La epidemia que se inició en el año 1982, al diagnosticarse el primer caso, ha evolucionado en tamaño y estructura.
De hecho, entre enero y octubre de 2019 se registraron 415 muertes por Sida, siendo los estados Aragua, Barinas y Nueva Esparta los que reportaron el mayor número de fallecimientos. En 2018 hubo 2828 decesos.
En los dos años, la población entre 20 y 59 años de edad presentó alto índice de muertes por VIH-Sida, según datos que maneja Raúl Leonett, jefe del Programa Nacional de Sida del Ministerio de Salud.
Ese dato fue presentado por Leonett durante la instalación, el pasado 29 de octubre, de la Misión Técnica Conjunta OPS y ONU-Sida, que evaluó el primer año de implementación del Plan Maestro en Venezuela.
Los números
Los datos presentados por Leonett son los más recientes en materia de VIH. Aunque las organizaciones civiles que velan por el derecho de las personas con el virus señalaron que esas estadísticas no tienen basamento científico y no se corresponden con la realidad.
De hecho, lo que manifiesta la organización Acción Ciudadana Contra el Sida (Accsi) es que el comportamiento de la epidemia aún es desconocido. Por lo que prefiere hacer uso de los datos que aparecen en el documento Plan Maestro para el fortalecimiento de la respuesta al VIH, tuberculosis y malaria, publicado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y ONU-Sida con el aval del Ministerio de la Salud.
En ese informe se citan datos de 2016. Por ejemplo, se destaca que Venezuela tuvo 6500 contagios nuevos ese año y 2500 muertes por VIH-Sida.
Lo que se observa para 2019 es un descenso en las estadísticas de fallecidos. Eduardo Franco, secretario general de la Red de Gente Positiva, también lo considera. Y, en su opinión, la entrega de los antirretrovirales tuvo que ver con esa baja.
En 2018 se registró desabastecimiento de medicamentos en el país, muchas personas se complicaron y cerca de 10.000 tuvieron que migrar para conseguir las medicinas y poder tener acceso a los exámenes especializados.
Ciertamente, el poco acceso a los antirretrovirales, la mala alimentación y la escasez de fármacos para tratar las enfermedades oportunistas pusieron en jaque la salud de las personas con el virus.
A eso se suma que desde hace más de un año, según el médico infectólogo Carlos Pérez, no se hacen en el sector público los exámenes de carga viral y de CD4.
Entonces, los médicos trabajan a ciegas y prescriben tratamientos sin saber si el paciente va a presentar reacción inmunológica a estos.
Solo las personas con recursos pueden hacerse estos estudios, destacó Pérez. En 80 dólares, por la medida bajita, se pueden conseguir en un laboratorio privado.
Mabel Sarmiento/Crónica.Uno