Médicos y “bartenders” alertan a la ciudadanía por las muertes que ocasiona la mezcla de licores de procedencia desconocida con bebidas saborizadas, como el famoso Fructus. En Aragua, en un lapso de 15 días, cuatro personas fallecieron luego de haber consumido supuesto cocuy de penca combinado con la polémica bebida importada que ha inundado el mercado nacional
En apenas 15 días, cuatro ciudadanos aragüeños perdieron la vida luego de consumir supuesto cocuy de penca mezclado con una bebida saborizada llamada Fructus. La combinación de esta última con licores de dudosa procedencia resulta altamente tóxica y nociva.
Una de las víctimas fue identificada como Winser Da Silva, de 30 años, quien falleció por un edema pulmonar el 20 de noviembre en el Hospital Central de Maracay (HCM). Da Silva había mezclado cocuy de penca con Fructus. Al igual que lo hicieron José Arturo Brito, de 63 años, quien era proveniente de Turmero, y José Francisco Villegas Méndez, de 51 años de edad, residenciado en el 23 de Enero en Maracay y quien murió el 4 de diciembre también en el HCM.
La cuarta víctima, Wilber Armando Aguilera Torres, tenía 37 años de edad, y residía en el sector La Vaquera en San Vicente, Maracay. Falleció el martes 5 de diciembre tras ingerir altas dosis de cocuy de penca y ron.
El médico toxicólogo José Trujillo explica que bebidas como el Fructus, al consumirse solo o puro, actúan como ácido lisérgico o LSD y se convierten en una sustancia estimulante. Si se toma mezclado con agua, se alcaliniza y pierde sus efectos tóxicos.
“Pero, inclusive al diluirse en agua, puede producir intoxicaciones. Imagínense si se combina con metanol: es una mezcla malvada, tóxica y mortal, pues el Fructus aumenta la vida del metanol, que es incluido en muchos de estos licores domésticos o artesanales, como el cocuy de penca o el anís”.
El toxicólogo detalla las consecuencias que produce el consumo puro del Fructus, que se ha convertido en el sustituto masivo de jugos o refrescos: es un estimulante —dice Trujillo— que produce plasticidad cerebral y estimulación del sistema nervioso, de allí que muchos jóvenes y adolescentes están utilizándolo, tal y como en épocas pasadas ocurrió con otros productos que ya salieron del mercado.
Para el especialista, las estadísticas sobre casos de intoxicaciones son muy frecuentes en vacaciones (julio, agosto) y navidades (finales de noviembre, diciembre) cuando el consumo de alcohol se incrementa.
“Las más frecuentes son las intoxicaciones por metanol, un alcohol altamente tóxico, que manos inescrupulosas colocan en licores no reconocidos para abaratar sus costos. Alertamos a la población para que evite el consumo de estos licores o sus mezclas, pues el consumo de metanol produce infecciones respiratorias como neumonías, trastornos neurológicos como el síndrome de Wernicke-Korsakoff que ocasiona daños en el tálamo y el hipotálamo, neuropatías periféricas y centrales que causan ceguera y conducción eléctrica del corazón y, por supuesto, la muerte”, reitera Trujillo.
Licores adulterados
La hiperinflación y la dificultad para la importación de licores a Venezuela han traído como consecuencia el incremento del consumo de bebidas como la caña clara, el anís y el cocuy de penca. Y aunque algunos están hechos con aguardiente destilado de melaza de caña (un subproducto del azúcar), en los últimos meses ha proliferado de manera no tan clandestina la venta de un cocuy de penca, cuya procedencia resulta imprecisa.
La producción de licores como el cocuy conlleva varias etapas, entre ellas la fermentación y la destilación. Durante la primera, se lleva a cabo un proceso bioquímico que convierte los azúcares en alcohol y con la segunda, se separan los alcoholes etílicos y metanoles.
Estos últimos, conocidos como alcoholes de madera, no son aptos para el consumo humano debido a su alto grado de toxicidad y son desechados por las empresas licoreras. Se emplean fundamentalmente en la industria cosmética, pero también se usan como combustible o para la fabricación de plásticos, barnices, pegamentos anticongelantes y carburantes de vehículos.
“Pero manos asesinas, mentes macabras, adquieren ilegalmente el metanol para mezclarlo en mayor proporción con alcoholes etílicos, que son vendidos como licores artesanales y supuestamente buenos. Por ejemplo, a 300 litros de cocuy de penca original, le agregan 700 litros de alcohol metanol y esos son los que se venden en garrafitas, botellas y en guarapitas”, resiente Yordis Urbina, fundador, director e instructor de la Escuela de Bartenders Gin Brothers.
Por eso, se suma a la advertencia y alerta del toxicólogo José Trujillo: “Les recomiendo a los consumidores adquirir los licores en bodegones, licorerías establecidas y marcas debidamente registradas, para no caer en manos de inescrupulosos”.
El reconocido bartender recuerda que hace un poco más de una año, 12 personas de una misma familia en la población de Villa de Cura, en Aragua, fallecieron por el consumo de este tipo de alcoholes.
RECUADRO
El cocuy de penca
El cocuy de penca es una bebida artesanal, destilada, incolora y de aroma fuerte con un máximo de 50 grados, de características similares al mezcal, al tequila y raicilla. Lamentablemente, está siendo adulterado con otros químicos para acelerar la fermentación de la penca.
Por ello, la bióloga Mirian Díaz, investigadora del Programa Agave, de la Universidad nacional experimental Francisco de Miranda (Unefm) en el estado Falcón, recomienda “adquirir el producto legalizado, debidamente identificado y con los precintos del Seniat, cuyos destilados son sometidos a los más estrictos controles sanitarios y de ley, de acuerdo con la norma Covenin 3662 que garantizan su calidad y pureza”.
Gregoria Díaz/Crónica.Uno