De este a oeste de la ciudad, los vecinos de zonas populares coinciden en que este año la entrega de las piezas de cerdo ha sido más organizada que en 2018; pero persisten las denuncias de exclusión
A partir de la segunda semana de diciembre comenzó en Caracas la entrega de perniles por parte de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), práctica que desde hace un par de años es costumbre en las comunidades populares. De la misma manera, surgieron denuncias y quejas de los vecinos de la capital acerca de la asignación del beneficio.
El “CLAP especial navideño”, que fue anunciado el primero de noviembre de 2017 por el presidente Nicolás Maduro, empezó como una caja con “todos los componentes para que en los hogares venezolanos se realicen las hallacas” y este 2019 se redujo solamente a la entrega de una pieza de pernil, que en el mejor de los casos pesa cuatro kilos y medio y que debe ser compartido entre dos familias.
En esta ocasión, la novedad es que la entrega ha sido mejor organizada porque los representantes de los consejos comunales ya tienen la práctica del año pasado, que les permite definir rápidamente con quién compartirán el producto y cómo se harán los pagos de las piezas.
En Caracas, la repartición de este año se ha caracterizado por la agilidad y regularidad. Sin embargo, se mantienen las prácticas discriminatorias por razones políticas y, en algunos casos, persisten las entregas durante la madrugada.
Razones políticas
En sectores del municipio Sucre, tres líderes comunitarios confirmaron a un equipo periodístico del portal El Pitazo que en sus zonas la orden fue entregar el beneficio solo a quienes habían participado en la consulta popular de Miranda, impulsada por el gobernador Héctor Rodríguez y ejecutada el pasado 1º de diciembre.
Pero en barrios como Valle Alto, Carpintero, o Guaicoco, en Petare, los dirigentes de los consejos comunales tomaron la decisión de compartir el producto para que alcanzara tanto para los que votaron como para los que no. Una vecina de la zona, que prefirió omitir su identidad, reveló que los dirigentes chavistas en estas zonas prefirieron otorgar el producto a todos, que beneficiar solo a unos cuantos.
Yelitza Rodríguez, dirigente comunitaria de Barrio Unión, confirmó que en su comunidad estaba previsto ese lineamiento, pero que los vecinos y miembros de comunas decidieron beneficiar a todos por igual. Por ello tomaron la decisión de compartir los perniles entre dos familias, tal como el año pasado. “El pernil tenía que ser compartido con otra familia y, el costo era de entre 35 y 37.000 bolívares”, aclaró Rodríguez. La vecina relató que “la idea era que las personas que votaron recibieran el beneficio y las que no se quedaran por fuera, pero los encargados prefirieron compartidos y dárselo a la gente”.
Esta ciudadana conoció de casos como el de San Pascual, donde entregaron el rubro completo solo a los que fueron parte de la consulta para aprobar la transferencia de recursos de Miranda a las comunas.
En cambio, en zonas como La Alcabala, también al este de Caracas en Petare, Ana Karina Vital relató que al menos 40 % de las familias se quedaron sin pernil por esta instrucción de entregar solo a quienes participaron en la consulta popular, que en este barrio si fue acatada.
La vecina relató que “en algunas partes de La Alcabala lo entregaron por la mitad y pesaban en promedio dos o tres kilos y medio”. Para ella, la entrega fue excluyente y dejó por fuera a muchos ciudadanos que también lo necesitaban.
José Gregorio Pérez vive en Maca y asegura que por “vivir arrimado” le negaron el derecho a obtener el pernil, así como le han negado el derecho a obtener una caja del CLAP. “Estamos excluidos dentro del proceso porque hay mucha gente inhumana y no nos ha quedado otra cosa que irnos a los ‘containers’. Hombres, mujeres y niños que me consta que están acudiendo a los ‘containers’ en todo el municipio Sucre”, aseguró este vecino de Petare. “Lamentablemente esa es una realidad para muchos venezolanos. Estamos en un país bloqueado, en un país con una crisis y esperamos la ayuda humanitaria que nunca llega o que la revolución se ponga las pilas y se humanice. Pero, ni una cosa ni otra. Mientras tanto seguiremos en los ‘containers”, dijo el señor Pérez.
Asombro en el suroeste
En la zona suroeste de Caracas no fue necesario acudir a la lotería para entregar los perniles asignados por el CLAP. Videos de agradecimientos grabados por organizadoras de estos comités se pudieron ver en las redes sociales. No obstante, en la urbanización Juan Pablo II, comunidad de Montalbán, se pudo ver en una de esas grabaciones las piezas de cochino congelados tirados en el suelo. “Los encargados de entregar los perniles este año se organizaron y entregaron sin complicaciones los perniles en Caricuao. Por suerte, no tuvimos que ver que los sortearán o asignarán de otra manera, esta vez todo se llevó de una manera organizada”, comentó Almira Romero, habitante de la UD7.
José Ortiz concuerda con Romero en que, por suerte, en el sector de Mamera de la parroquia Antímano tampoco tuvieron contratiempo con la entrega. “Creo que sirvieron las denuncias y protestas de los vecinos”, dijo.
El vecino recordó que, en 2018, los pocos perniles asignados para las comunidades fueron tomados por los del CLAP. “Eso fue una desorden, algunos los vendieron, otros los sortearon. Creo que esto les debe demostrar que sí pueden hacer las cosas bien a la hora de dar un beneficio”, acotó.
RECUADRO
Entrega regular
En la parroquia 23 de Enero, a Tania Ordoñez le avisaron de la venta de los perniles distribuidos por los CLAP el jueves 12 de diciembre y al día siguiente lo estaba buscando en la sede del consejo comunal. Pagó 35.000 bolívares, 4.000 más que en otros sectores, pero admite que el precio está bien para el pernil de tres kilos y medio. La suya es una de las 680 familias que habitan en La Cañada y la regularidad durante la entrega le pareció una novedad: no hubo colas, ni conflictos, ni esperas.
Ángel Cacique, vecino de la urbanización Altavista, contó que las piezas de porcino fueron entregadas sin problemas. El registro de las familias que llevan los CLAP permitió agilizar los procesos de pago, verificación y distribución. Ni Cacique ni Mariángela, su esposa, debieron hacer colas para retirar el pernil ni para cancelarlo. Tampoco hubo incremento sobre el precio fijado.