El impacto de esta 40º Conferencia General en la cotidianidad mundial es escaso y disperso. Si bien la Organización mantiene vigentes sus objetivos, debe hacerse un esfuerzo mayor para demostrar que existen cambios tangibles
Entre el 12 y el 27 de noviembre pasado, se llevó a cabo en París la 40º Conferencia General de la Unesco, organización de Naciones Unidas dedicada a la educación, las ciencias, la comunicación y la cultura. Más de 190 delegaciones se dieron cita durante intensos debates que pusieron de relieve los desafíos sociales del mundo, así como la necesidad de alcanzar consensos que permitan equilibrar los múltiples intereses nacionales.
En ese marco se organizó una reunión de Ministros de Educación y un Foro Mundial de Ministros de Cultura, que resultaron importantes espacios para debatir sobre las diversas visiones existentes y los desafíos de la Agenda 2030. En materia de educación, las autoridades hicieron un repaso de la implementación del ODS4 (Educación con Inclusión) e impulsaron el Convenio Mundial para el Reconocimiento de Títulos Universitarios, instrumento normativo que resulta un paso sólido en la convalidación de las acreditaciones universitarias; también se aprovechó para actualizar la Estrategia de la Unesco para la alfabetización de jóvenes y adultos (2020-2025), que es una tarea primordial para lograr incorporar cada vez un mayor número de personas al sistema formal educativo.
En cuanto al Foro de Ministros de Cultura, el espacio fue construido alrededor de varios paneles que buscaban ofrecer la posibilidad a los Estados de reflexionar sobre el desarrollo de sus políticas culturales en áreas como, por ejemplo, el empoderamiento social en las agendas culturales. Asimismo, se alentó al fortalecimiento de las Convenciones Culturales en Patrimonio material e inmaterial. Sobre ciencias, la Conferencia General abordó dos elementos clave de los años por venir, constituyendo grupos de trabajo para continuar nutriendo el debate: ciencia abierta e inteligencia artificial; sobre este último aspecto, la Conferencia General incluso otorgó un mandato a la Unesco para preparar en dos años un borrador de instrumento normativo.
En otros temas, la Conferencia General aprovechó para adoptar variadas celebraciones que enaltecen manifestaciones asociadas al genio humano o valores identitarios de regiones del planeta, declarando un Día Internacional del Olivo, un Día Mundial del Arte o un Día Internacional de las Matemáticas.
A pesar de todos estos resultados y de muchos otros que no serán mencionados por escasez de espacio, debe reconocerse que el impacto de esta 40º Conferencia General en la cotidianidad mundial es escaso y disperso. Si bien la Organización mantiene vigentes sus objetivos, debe hacerse un esfuerzo mayor para demostrar que existen cambios tangibles a través de la aplicación de programas multilaterales liderados por la Unesco. Para ello, debe fortalecerse el trabajo en el terreno y debe recuperarse el papel de la Unesco como laboratorio de ideas con capacidad real de influencia. Son muchos los desafíos para la cultura, la ciencia y la educación y para la preservación de una cultura de paz duradera.
RECUADRO
Palma, patrimonio e in memoriam
Continuando con la temática Unesco, entre el 9 y el 14 de diciembre de 2019 se celebró en Bogotá el 14º Comité Intergubernamental de Patrimonio Cultural Inmaterial. Durante este importante encuentro, en el que se revisan los expedientes del Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, se seleccionó al “Programa biocultural para la salvaguardia de la tradición de la ‘Palma Bendita’ en Venezuela” para ser incluido en el Registro de Buenas Prácticas de la Convención de la Unesco para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Este logro que nos llena de alegría a todas y todos los venezolanos es altamente valioso pues la Unesco consideró que la salvaguardia de la tradición de la Palma es un ejemplo que debería ser replicado regional y mundialmente. ¡Felicidades!
Para terminar, deseo dedicar unas palabras de reconocimiento a dos internacionalistas recientemente fallecidos, con quienes tuve el privilegio de compartir espacios como estudiante primero, y luego como docente en nuestra Escuela de Estudios Internacionales y en el Instituto Pedro Gual de la Cancillería. El primero, Luis Ender Alvarado, profesional cabal y docente del protocolo y el ceremonial, que llegó a ocupar las más altas funciones del Estado en esa rama profesional. El segundo, Argenis Ferrer Vargas, catedrático y experto de Historia Diplomática Venezolana, recordado por su excelso conocimiento de la constitución diplomática de nuestra República y por la preservación de la soberanía nacional; fue Director de la EEI y conferencista respetado por todos quienes tuvimos el honor de formarnos con sus luces. Para ambos, mi reconocimiento y gratitud, así como el aliento necesario a sus familiares.
Héctor Constant Rosales