Desde que llegaron hace más de siete años al urbanismo, las familias han lidiado con el colapso de las aguas servidas, pero desde hace dos meses la situación ha empeorado. Lo peor es que ninguna autoridad presta atención a sus reclamos.
Muchas familias temen enfermarse e incluso algunos, como la esposa de uno de los vecinos del piso 3, estuvo a punto de perder la vida producto de la problemática con las aguas negras en este urbanismo situado en Carlos Soublette y que forma parte de la Misión Vivienda.
Franklin Moreno, afectado del piso 3, explicó que de la red de tuberías sacaron piedras, escombros, “coolers” y hasta pedazos de ventiladores y carteras. Fueron los mismos vecinos quienes revisaron las tuberías tras el colapso de las aguas servidas en sus apartamentos.
Reconoció que la problemática surgió por la obstrucción de las tuberías por parte de algunos de los habitantes del urbanismo. “En los respiraderos de la azotea, como el acceso es libre, pasan los muchachos y han estado echando escombros, ventilador, ‘coolers’ de esos que llevan para la escuela y todo eso se le sacó de ahí. Los cuatro pisos estaban full de piedras, de escombros”.
Detalló que tuvieron que reventar piso por piso y que sacaban hasta tres cuñetes de escombros por piso. Pero lo más grave fue la exposición que tuvieron por la gran cantidad de heces en los apartamentos.
Relató que su esposa estuvo a punto de morir al tener contacto con los excrementos que inundaban la casa. Tenía “una bacteria en el estómago que no la dejaba comer ni tomar agua ni nada. O sea, se estaba deshidratando día a día durante 10 días. Ella se paró a prender la luz y la pisó sin darse cuenta. De broma no se murió. Le faltó un día nada más”.
Sara Escalona, afectada de planta baja, contó que debió clausurar el fregadero producto del problema con las tuberías. “A nosotros aquí en planta baja todo se nos inundó de puro excremento hasta el cuarto. Tuvimos que poner unas tablas para poder pasar hasta el cuarto y poder estar aquí en la casa y sacar agua con peroles exponiéndonos a que nos enfermáramos de un hongo, de una tuberculosis”.
Su esposo, Wilmer Bernal, se quejó además porque nadie les ha dado respuesta, a pesar de haber acudido al Instituto de Vivienda y Hábitat de Vargas, Hidrocapital, entre otros. “Esto aquí es horrible, esto es horrible, verdaderamente horrible porque los malos olores, los animales: cucharachas, chiripas, aquí tenemos de todo”.
Añadió que “hemos tratado de buscar a las autoridades para que nos apoyen con esto y no nos han dado respuesta y aquí uno vive, bueno, de las peores maneras”.