«El mandatario está acusado de coaccionar a un líder extranjero para interferir en nuestras elecciones», subrayó el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer
WASHINGTON. El presidente del Tribunal Supremo de EE.UU., John Roberts, que la semana pasada tomó posesión como jefe del Senado temporal durante el juicio político, arrancó el proceso con una serie de trámites burocráticos, entre ellos el juramento del senador republicano Jim Inhofe, el único que faltaba por integrar el «jurado» del proceso, compuesto por los legisladores de la Cámara Alta, informó la agencia de noticias española EFE.
McConnell presentó entonces su resolución para las reglas del juicio político, que contemplan 24 horas repartidas a lo largo de tres días para los argumentos de cada parte, a diferencia de su propuesta inicial que marcaba dos jornadas.
El líder de la mayoría republicana en el Congreso modificó su plan inicial tras las críticas recibidas, ya que suponía que las sesiones podrían extenderse hasta la madrugada.
Uno de los «fiscales» demócratas de la Cámara Baja, el congresista Adam Schiff, expresó formalmente su oposición a esas reglas al comenzar el juicio, mientras que el abogado de la Casa Blanca, Pat Cipollone, las respaldaba rotundamente.
«(Las normas serían) una forma justa de llevar a cabo este juicio», afirmó el abogado de Trump.
Schumer opinó que las «acciones del presidente son un crimen contra la propia democracia», y pidió que se permita incluir pruebas y llamar a nuevos testigos.
«El presidente Trump está acusado de coaccionar a un líder extranjero para interferir en nuestras elecciones», subrayó Schumer.
DESP++++
Demócratas sin votos
El juicio político contra Trump se basará en dos cargos, los de abuso de poder y obstrucción al Congreso, relacionados con las presiones a Ucrania para que investigara a uno de sus posibles rivales en las elecciones de 2020, el exvicepresidente Joe Biden.
Es improbable que los demócratas reúnan la mayoría de dos tercios necesaria para destituir a Trump, dado que los republicanos controlan 53 de los cien escaños del Senado y ninguno de ellos se ha vuelto contra el presidente.