Andry Guillén aseguró que, la mañana del 31 de diciembre, su hija sufrió un desmayo y luego de despertar, no hablaba, tenía una conducta agresiva y una fuerza enorme
Andry Guillén, madre de Naryeli Cacharuco Guillén, la quinceañera que murió durante un ritual de espiritismo en el río San Julián, en Caraballeda, declaró que una “amiga” de su hija habría confesado “que le hizo un trabajo y que la había enterrado en el cementerio”.
“Ella tenía contacto con ella (Naryeli) día y noche, a toda hora. Apareció el mismo día en que mi hija muere”, relató aún dolida por lo sucedido con la menor de sus dos hijas.
Expresó que esa compañerita habría confesado delante de funcionarios de la Policía de La Guaira y del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), la brujería que supuestamente le hizo a la adolescente, que estudiaba cuarto año en el colegio República de Panamá, donde destacaba por sus calificaciones y buen comportamiento.
Guillén recordó cómo fue aquella confesión: “Cuando ella me ve a mí y a toda su familia por parte de papá, de mamá; ella, con su cara muy en alto, delante de petejotas y de la policía: ‘sí, yo la tengo enterrada a ella en el cementerio, yo le hice esto, esto y esto”.
De creencia católica, la afligida madre afirmó que el comportamiento que mostró Naryelis después del desmayo que sufrió la mañana del 31 de diciembre, no era nada normal. Explicó que aún conserva algunos moretones y lesiones que le produjo la quinceañera, quien desde ese momento estuvo ida y con mucha agresividad al punto que no comía bien.
Detalló que aunque la llevó dos veces a hospitales de Vargas, los médicos no lograron determinar qué tenía. Incluso, sostuvo que los exámenes practicados un día antes de la muerte de la menor de edad indicaban que los valores estaban normales.
Dos médicos: uno internista y un pediatra, coincidieron que, aunque valores como el de la hemoglobina y glóbulos blancos estaban normales, no ocurría lo mismo con los neutrófilos, siendo esta alteración un indicador de una severa infección bacteriana.
Guillén reconoció que su hija padecía de asma y de una condición llamada síncope, conocida como desmayo o pérdida temporal y súbita de la conciencia. “A veces le faltaba oxigenación en el cerebro, pero por cosas emocionales. Por ejemplo, ella iba a presentar una prueba o algo así y los nervios la atacaban y ella lo que hacía era desmayarse. Pero estaba en su control”.
Recordó a la liceísta como una niña normal, alegre e incluso dinámica, ya que practicaba kickimbol en sus ratos libres. Le hizo un llamado al director nacional de la policía científica, comisario Douglas Rico, a retomar el caso y hacer justicia. Sin embargo, finalizó diciendo que tanto ella como su familia confían en Dios. “Que sea Dios quien haga justicia”.
Sobre la “amiguita” de su hija, que tiene 20 años, relató que se conocieron porque aquella vivió alquilada durante por lo menos un mes, unas cinco casas después de la de Naryeli. “Ellos son de Charallave. No sé por qué le hizo esto. Ella envolvió a mi hija. Un fin de semana se quedó en mi casa. Yo trabajo en Caracas, así que mi hija se quedó con su hermana y mis padres y todo chévere. Pero cuando ella se va le montó un pulso a mi hija, una pulsera de santería. Yo de inmediato se lo quité. Desde ese día no pisaba la puerta de mi casa hasta que mi hija murió”.
“Adonde me decían, yo llevaba a mi hija buscando una solución”, confesó la madre de la adolescente, quien remató diciendo que “eso (que tenía) no era neumonía”.
De acuerdo con la autopsia practicada al cuerpo de la quinceañera, la causa de muerte fue paro cardiorrespiratorio.
Amy Torres/Caraota Digital