El músico, considerado un patrimonio de Venezuela, murió el lunes en la mañana. La noticia conmocionó a quienes seguían de cerca su amplia trayectoria
La salsa de luto en Venezuela. La noticia de la muerte de Alberto Naranjo ha generado múltiples reacciones entre los melómanos y entre quienes consideraban al maestro como uno de los protagonistas imprescindibles en la música latina.
El músico Cheo Linares afirmó que Alberto Naranjo fue un baluarte, un genio musical venezolano y de Latinoamérica. “Nos dejó el Trabuco Venezolano como legado, una salsa de altísimo nivel, que no tenía nada que enviarle a la Fania y a otros grupos de grandes estrellas”.
César Monges, líder de La Dimensión Latina, también destacó el virtuosismo de Naranjo y destacó el aporte de su orquesta. “Él armó el Trabuco en esos tiempos de la Fania. Y utilizó esa palabra, que es muy venezolana porque significa que vas a reunir algo bueno, una cosa brava. Eso aquí fue una innovación. Pero, además, Alberto sabía de música y movía muy bien la armonía. Sabía demasiado”.
Monges recuerda que hace poco le hicieron un homenaje a Alberto Naranjo en el teatro Teresa Carreño. “Se lo hicieron en vida. Es que él es todo un patrimonio, es autoridad de la música en Venezuela. De hecho, me acuerdo que ese día puso a dos trombonistas adelante que hicieron un guajeo de La Dimensión Latina”.
Naranjo falleció a los 78 años de edad. Linares cuenta que el músico ya estaba un poco enfermo. “Tenía un problema depresivo, pero sabía controlar esa enfermedad”.
El artista publicó el primer Lp del Trabuco Venezolano en 1977, un disco exquisito y que hoy es una joya musical entre los coleccionistas. En su orquesta reunió a talentos que por su talento descollarían en el ambiente. En dicho Lp brillaron temas como Yo soy la rumba, Bravo rumbero y El hijo del sonero. Pero también vale mencionar la versión que hicieron del famoso tango Uno, joya de 75 kilates en cuanto a arreglos y propuesta.
Ese era Alberto Naranjo, un visionario de la música, autodidacta, forjador de artistas, amante del “latinjazz” y admirador de Tito Puente, un hombre que con su Trabuco participó en una soberbia grabación en vivo -en el Poliedro de Caracas- junto al Conjunto Irakere de Chucho Valdés. “Siempre pensé que era un genio. Aprendió solo el mundo profundo de la música. Hizo arreglos para grandes músicos norteamericanos y cubanos. Lamentablemente, ha tenido que partir, pero siempre estará con nosotros. Lo quisimos mucho por su buena música y altísima calidad de persona”, remarca Cheo Linares muy triste.