Habitantes de la periferia se quejan por el alza constante del precio del pasaje y por la insuficiencia de unidades. Denuncian que pasan horas en colas para subir a los autobuses
Hasta el pasado viernes 24 de enero, Neida Reina pagó 5.000 bolívares para llegar desde el distribuidor Montalbán-La Yaguara hasta su casa, en el kilómetro 5 de la carretera de El Junquito. El lunes siguiente le cobraron 8.000 y un día después, 10.000. Ella cree que la alcaldía debería regular las tarifas. Margot González, quien vive en el kilómetro 12, la secunda y agrega: “Pero como esto no le daría ganancias al gobierno, no le interesa, no hace nada. De aquí no van a sacar plata, entonces ni se preocupan”.
El primer mes del año termina, entre muchas otras cosas, con el aumento sobre las tarifas del transporte terrestre en la capital. De acuerdo con la Gaceta Oficial N° 41.805, emitida el 22 de enero, las rutas internas que recorren menos de 20 kilómetros cuestan 3.500 bolívares; más de eso, 5.000; mientras que las líneas privadas de rutas periféricas de menos de 20 kilómetros se fijaron en 5.000 bolívares y las que superen esa distancia 6.000.
Los usuarios más afectados son quienes trabajan o estudian en Caracas, pero viven al margen, en lugares como Guarenas, Guatire, La Guaira y El Junquito. Aunque el Ministerio de Transporte, a través de la oficialización del aumento, insistió a las autoridades locales supervisar y garantizar las tarifas establecidas, la mayoría de los conductores de las rutas largas incrementa los costos de forma arbitraria, pero, según los usuarios, lo que hace el día a día más difícil es la irregularidad del servicio, lo que se traduce en horas de espera para regresar a casa.
El 8 de enero, Érika Farías, alcaldesa del municipio Libertador, llegó a la zona con 12 autobuses amarillos, como los escolares, con una capacidad para 60 personas cada uno. Según Farías, más de 7.000 pasajeros se beneficiarían con un servicio que funcionaría desde las 5:00 de la mañana hasta las 10:00 de la noche.
Pero cuando Neida y Margot han utilizado la línea, cuya tarifa es de 1.000 bolívares, han tardado hasta cuatro horas para regresar a casa. “En carretera son 15 minutos, el problema es la cola. Puedes estar hasta cuatro horas”, precisa Neida. Manifestaron que el servicio es irregular desde hace muchos años.
La queja coincide con cifras de representantes de la Cámara de Fabricantes Venezolanos de Productos Automotores (Favenpa) que estiman que 43 % del parque automotor de país se encuentra inactivo por falta de repuestos.
Con la instalación de la ruta, según la reseña de la Alcaldía de Caracas, Farías aseguró que se logró la adquisición de las piezas para las 12 unidades, para mantener el servicio. Sin embargo, dos días después de la inauguración, el portal Crónica.Uno informó que “una unidad perdió los frenos y terminó accidentada en la bajada de El Junquito”.
Ahorrar tiempo sale caro
En la parada del Sistema Integral de Transporte Superficial (Sitssa), ubicada en Gato Negro, en la avenida Sucre de Catia, el pasaje hasta Catia La Mar, Caribe y Tanaguarena, en La Guaira, costaba 5.600 bolívares. A partir del lunes 27 de enero se fijó en 13.500. Para Michael Hurtado es la opción más económica, frente a las líneas privadas que cobran, por lo menos, 20.000.
Michael gasta 135.000 bolívares cada semana para poder viajar a Caracas para trabajar y regresar a su casa en Tanaguarena. Son 135.000 frente a un salario mínimo fijado en 350.000 a partir del 1° de enero por decreto presidencial. Aunque su trabajo como peluquero le permite costear eso, sabe que si tuviera que pagar los 20.000, 25.000 o 30.000 que pueden cobrar los conductores de las líneas privadas, sería diferente.
Juliana López es estudiante de artes plásticas y a veces quisiera poder pagar por el transporte privado, porque las tres o cuatro horas de cola podrían ser para perfeccionar su técnica. “En condiciones normales, en los (autobuses) Encava te cobran 20.000 si quieres ir sentado y 15.000 si vas parado”. Dice en condiciones normales y enumera una lista de “entonces si” que se vuelven en contra de los pasajeros: “entonces si llueve, te cobran más; entonces si es tarde, te cobran más; entonces si las otras líneas no trabajan, te cobran más”.
Juliana y Michael están acostumbrados a llegar a casa con la luz de la luna. La insuficiencia de unidades retrasa los horarios, no saben cuántas hay, pero sí saben de esperar bajo el sol, o la lluvia, lo que pase. Según Juliana, la única forma de que se dispongan de más autobuses es que haya algún supervisor del Sitssa en la parada.
RECUADRO
Seis Transmiranda
En junio de 2018, Héctor Rodríguez, gobernador de Miranda, anunció el inicio del sistema de transporte Transmiranda. El portal Alba Ciudad registró que el objetivo era “ofrecer un servicio de calidad y eficiente en la población mirandina, en el que los costos no excedan 10 % del ingreso familiar”.
Ninguno de los dos propósitos se cumple en el caso de Lucía Buccheri, que gasta 140.000 bolívares semanales (40 % del salario mínimo) y asegura que solo hay seis unidades, con capacidad para trasladar 30 personas, en la ruta que va desde Los Dos Caminos hasta Guarenas, Guatire y Las Rosas.
Aunque quisiera, Lucía no podría utilizar la línea de autobuses que salen desde Parque Miranda, porque la tarifa va desde 15.000 bolívares a 25.000, frente a los 4.000 que paga por el servicio de los Transmiranda.
La irregularidad del sistema creado en 2018 es reflejo de las inconsistencias que evidencian los datos. Rodríguez aseguró que, para el final de su gestión, en 2021, habrá 500 unidades para beneficiar a 300.000 mil personas. Sin embargo, una investigación del portal El Pitazo comprobó que en dos patios del estado Miranda hay, por lo menos, 38 autobuses detenidos por falta de repuestos.
De acuerdo con la gobernación, el sistema cuenta con 200 unidades, pero según un conteo que realizó El Pitazo, se han incorporado 349. No hay información sobre los 149 autobuses restantes.
María Jesús Vallejo/El Pitazo