El 1º de mayo del 2004 ingresaron en la Unión Europea la República Checa, Hungría, Polonia, Eslovaquia, las tres repúblicas bálticas -Lituania, Letonia y Estonia-, la república exyugoslava de Eslovenia y las pequeñas islas mediterráneas de Chipre y Malta. Bulgaria y Rumanía lo hicieron en 2007. La única que no logró la adhesión fue Turquía, el único país musulmán que fue aspirante a ingresar en la Unión, ya que formalmente se consideró que no cumplía las condiciones democráticas. Francia fue, en ese entonces, un gran obstaculizador.
Estamos en el 2020 y el 1º de febrero se concretó otro cambio, pero no por adhesión, sino por desagregación, vale decir, renuncia o autoexclusión de un Estado miembro de la Unión, como lo fue el caso del Brexit.
El Brexit, movimiento antieuropeo triunfante en Reino Unido y cuyas consecuencias económicas, políticas y sociales, están aún por verse, definitivamente produjo un impacto de mucha significación sobre Europa y sobre el Reino Unido.
Ahora la primera potencia nuclear de Europa es Francia y la segunda más importante en el este es Polonia. Habrá que negociar aranceles y lidiar con lo del libre tránsito de personas y capitales. Por otra parte, si bien el Brexit crea problemas a lo interno de Europa, alentando a los grupos políticos euroescépticos, también genera malestar dentro del Reino Unido, en especial a las poblaciones escocesas y norirlandesas que sienten mucho apego a la condición de ciudadanos de la Unión.
Creo que a la final, el general De Gaulle tenía razón cuando hizo todo lo posible para bloquear el ingreso del Reino Unido a la Unión, argumentando que su intención real era destruir el proyecto de una Europa unida, lo cual pareciera, retrospectivamente, darle la razón cuando se examinan todas las exigencias hechas por Gran Bretaña durante los 47 años que fue miembro pleno de la Unión, pero no importa lo pasado, le recordamos a Europa que: El que se fue no hace falta, hace falta el que vendrá.
“Global britain”
Seny Hernández Ledezma
¿Qué ocurrirá con el Reino Unido después de su salida de la Unión Europea?
Las proyecciones realizadas sobre la era post-Brexit son antagónicas. Unas pesimistas predicen que su poder disminuirá y otras optimistas aluden a los cambios fundamentales que se producirán a nivel global para que el Reino Unido retorne al ejercicio de su liderazgo en el Mundo.
Algunas investigaciones de campo se han realizado en el escenario de las Naciones Unidas y los entrevistados dicen que perciben al Brexit como un impacto negativo en la reputación del Reino Unido y que disminuirá su capacidad de influencia en la ONU y a nivel internacional. Lo consideran como «un error histórico».
La verdad es que el planeta Tierra requiere de un país líder, como el Reino Unido, capaz de influir significativamente en el futuro de la humanidad y en el rescate y la conservación de valores fundamentales en sus relaciones bilaterales, multilaterales y en el ámbito global y al parecer esas son las intenciones de sus dirigentes. Se requiere, sin embargo, la articulación de un pensamiento estratégico lo suficientemente práctico y realista para alcanzar esos valores, lo cual supone una síntesis entre los ideales compartidos, las decisiones acordadas y las acciones que lleguen a implementarse.
Al parecer, el ministro de Exteriores del Reino Unido, Dominic Raab, tiene las mejores intenciones de construir un liderazgo singular y efectivo cuando afirma que, al salir de la Unión Europea, “habrá enormes oportunidades en todo el mundo y que el Reino Unido “será una fuerza para el bien”. Estas intenciones han sido compartidas por los gobiernos de Theresa May y de Boris Johnson, quien expresó durante su primer discurso como jefe de gobierno que el Brexit supone recuperar el papel natural e histórico del país “emprendedor que mira hacia el exterior y que es verdaderamente global, generoso y comprometido con el mundo”.
Un conjunto de objetivos empiezan a delinear el panorama. Se trata de contar con la libertad de negociar acuerdos comerciales con todo el mundo, seguir siendo un miembro destacado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte para que la alianza pueda enfrentar nuevos desafíos, demostrar su liderazgo mundial sobre el cambio climático y defender los derechos humanos básicos. Todo esto implicaría la formulación y ejecución de una política exterior que tome en cuenta estas prioridades.
Bienvenidas sean las concreciones de la Gran Bretaña Global, que sus logros sean altamente significativos y que se cumplan las expectativas favorables de los ciudadanos británicos que optaron por el Brexit.
Leonel Alfonso Ferrer