Un segundo paciente en el mundo se curó del VIH, el virus del sida, tras haberse sometido a un trasplante de células madre, indicaron el martes sus médicos, al no detectar ningún rastro de la infección 30 meses después de haber abandonado el tratamiento tradicional.
El llamado “paciente de Londres”, un enfermo de cáncer originario de Venezuela, copó las portadas de los medios de comunicación el año pasado, cuando investigadores de la Universidad de Cambridge anunciaron no haber detectado en su sangre ningún rastro del virus que causa el sida durante 18 meses.
El profesor Ravindra Gupta, autor principal del estudio publicado este martes en la revista The Lancet HIV, indicó que los nuevos resultados son “todavía más determinantes”. “Buscamos en un número considerable de lugares en donde el VIH le gusta esconderse y prácticamente todos eran negativos”, salvo algunos restos “fósiles” del virus no activo, explicó Gupta a la AFP. “Es difícil imaginar que se eliminen todos los restos de un virus que infecta a miles de millones de células”, añadió.
Por ello, “sugerimos que nuestros resultados representan una curación del VIH”, escribieron los autores del estudio.
Como el “paciente de Berlín”, el estadounidense Timothy Ray Brown considerado curado en 2011, el de Londres se sometió a un trasplante de médula ósea para tratar un cáncer de sangre. Recibió así células madre de donantes portadores de una mutación genética rara que impide al VIH implantarse, el CCR5.
El hecho de que la curación del primer paciente permaneciera aislada durante casi diez años hacía pensar a algunos expertos que se trataba solo de un golpe de suerte. “Nuestras conclusiones muestran que el éxito del trasplante de células madre como tratamiento del VIH (…) puede reproducirse”, estiman los investigadores. “Otros pacientes se sometieron a un tratamiento similar, pero ningún ha ido tan lejos en la remisión (…) Seguramente habrá otros (casos), pero tomará su tiempo”, según Gupta.
Entretanto, el paciente de Londres decidió revelar esta semana su identidad en una entrevista con el New York Times. “Quiero ser embajador de esperanza”, explico Adam Castillejo, de 40 años, que creció en Caracas.