Voceros del Gobierno Nacional insisten a cada instante en que la población debe cumplir con las medidas preventivas, pero las fallas de los servicios aumentan los riesgos
Una de las medidas de prevención para el covid-19, el nuevo coronavirus, es lavarse las manos con agua y jabón antibacterial varias veces al día, según la Organización Mundial de la Salud (OMS); sobre todo, antes y después de comer, luego de estornudar o toser, al salir del baño y al llegar a casa. Pero en la capital venezolana, la escasez de agua disminuye la capacidad de protección de muchas familias.
Jairo Pérez, líder comunitario de la parroquia La Vega, asegura que en varias zonas no había agua desde hace 15 días. Por ahora, la solución es distribuirlo a través de camiones cisternas, que ha sido una práctica implementada por la Alcaldía de Caracas desde marzo de 2019, cuando las fallas eléctricas nacionales agudizaron la sequía en la ciudad. “Tú ves a la gente cargando agua todos los días”, cuenta. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) destacó el acceso al agua como un derecho humano en 2010; lo que implica que se debe contar con el servicio a diario o tener una fuente a menos de un kilómetro desde la vivienda. Además, la OMS recomienda una cantidad de 100 litros diarios por persona para garantizar la higiene. Ni en condiciones normales ni en medio de una pandemia, las familias de sectores populares cuentan con esa cantidad de líquido a su disposición.
En Santa Rosalía, al sur de Caracas, Miguel Sánchez debe ir desde el barrio Los Mangos hasta la Plaza Tiuna, a más de un kilómetro, para poder surtirse de agua, porque a su zona no llega desde hace meses. “Nos someten a una cuarentena, pero no hay agua y no hay gas en el caso de hervirla por si está contaminada. Con todo lo antes expuesto, seguro estoy que este virus quedará en el pasado y sin efectos”, se queja.
Cuarentena, ¿cómo?
Hasta el domingo 15 de marzo había 17 casos de covid-19 en Venezuela, por lo cual el presidente Nicolás Maduro decretó cuarentena en todo el país, con lo que quedaron suspendidas las actividades laborales, a excepción de los locales de servicio y los centros médicos.
Esta dinámica cambia el uso de los recursos de muchas familias. Bertha Mirabal, también habitante de Santa Rosalía, cuenta con su propia reserva para poder suplir la falta de agua, pero en medio de esta situación tiene menos control: “Cuando el agua se me va el domingo, en condiciones normales, la reserva de mi tanque me dura por lo menos hasta el jueves en la noche o viernes en la mañana. Con esta situación de emergencia, con todos en mi casa, no lo tengo claro aún, pero me temo que me va a durar poco”.
Bertha precisó que, en la zona, la mayoría compra productos de limpieza hechos de forma artesanal porque pueden costar hasta menos de la mitad que uno de marca, aunque en muchos sitios el cloro ya está agotado. “No hay bolsillo que aguante este virus”, dice.
Aunque Jairo Pérez está de acuerdo con las medidas decretadas por el presidente Nicolás Maduro, entiende que muchas personas no las acaten, porque las condiciones de vida son tan precarias que impiden que las familias pueden organizarse a mediano plazo.
“¿Cómo se le puede pedir a alguien a una familia, que cumpla la cuarentena si tiene que salir a buscar el agua, si la comida se compra día a día y ni efectivo hay para poder hacer las compras porque la mayoría de los locales no cuentan con puntos de venta? Dime tú cómo se hace”, enfatizó.
La hiperinflación y la caída diaria del poder adquisitivo se traducen en tantas realidades como personas. Yusleiny Aristiguieta, en la parroquia El Recreo, debe comprar los alimentos a diario porque desde hace un año su nevera no funciona y teme que, de tanto salir, pueda ponerse en riesgo ella o su hijo. Aunque compró varios productos no perecederos, la proteína animal no le alcanzará para más de dos días.
RECUADRO
“No estamos preparados”
En la parroquia Altagracia, Julio Moya cuenta que, aunque hay menos peatones y conductores en la calle, en Venezuela no hay cultura de prevención. “La gente no está preparada y creo que la mayoría no se lo toma con seriedad. Además de que, bueno, esas medidas se tomaron muy a la ligera”, dice.
Julio considera que habrá que esperar unos días para saber si se acatará la cuarentena o no: “Casi toda la población trabaja al día para poder comer y eso es lo que me preocupa. En dos o tres día veremos cuál es la situación real y cómo se sobrevivirá. La pregunta importante acá es cómo me quedo en mi casa si no tengo comida y tengo muchachos”.
María Jesús Vallejo/El Pitazo