Iniciativa liderada por Lady Gaga, cientos de artistas y personalidades de la cultura y la política se unieron en el espectáculo «Un Mundo: Juntos en Casa», que recaudó más de 50 millones de dólares para la pandemia del covid-19
Más de un centenar de estrellas y personalidades de la cultura y de la política se unieron este fin de semana bajo el lema «Un Mundo: Juntos en Casa«, un evento musical convocado por la Organización Mundial de la Salud que, con el espíritu de los Live Aid de 1985, recaudó más de 50 millones de dólares para la pandemia del coronavirus.
Agradecimientos a los profesionales de la salud y palabras de esperanza fueron los mensajes más repetidos durante las ocho horas de actuaciones y discursos por redes sociales, que culminaron con un gran concierto televisado en el que estrellas como los Rolling Stones, Lady Gaga, Jennifer López, Paul McCartney y Stevie Wonder cantaron desde sus hogares.
Aunque el concierto benéfico buscó reunir donaciones para el Fondo de Respuesta por Covid-19, desde el comienzo se pidió a los espectadores que apartasen sus carteras, pues en esta ocasión la responsabilidad se dejó en manos de grandes empresas y líderes mundiales. Solo había que disfrutar en casa.
Así, la actuación que mejor resumió el espíritu del momento fue la de Taylor Swift, quien al final de la noche interpretó por primera vez su balada «Soon You’ll Get Better» -«Pronto estarás mejor»-, con una letra dedicada a su madre en tratamiento por cáncer que en esta ocasión parecía un mensaje de aliento para todo el planeta.
La situación global por la pandemia estuvo muy presente durante la cita, en la que se proyectaron imágenes ciudades del mundo como París, Madrid, Londres, Nueva York o Buenos Aires completamente vacías.
Uno de los momentos más esperados fue la aparición de los Rolling Stones, quienes, si en sus casi 60 años de carrera les faltaba algo por hacer, sumaron a su lista una actuación muy peculiar: interpretar por videollamada «You Can’t Always Get What You Want».
Lo hicieron cada uno desde su casa, con la pantalla divida en cuatro. Mick Jagger comenzó a cantar con su guitarra acústica; Keith Richards -con una cerveza en la mesa- y Ronnie Wood se unieron después, y finalmente Charlie Watts tocó una peculiar batería construida con objetos cotidianos y mucha imaginación.
Fue una escena entrañable y casera que se repitió en cada una de las apariciones musicales.