Meghan Markle sabe de racismo, lo sufrió su familia, y lo vivió ella cuando era actriz y en su corto paso por la monarquía británica. Ahora rompe su silencio en relación a la muerte de George Floyd.
La esposa del príncipe Enrique, con quien se mudó a California tras renunciar a sus roles en la familia real, rindió homenaje este jueves al hombre negro que murió la semana pasada a manos de un policía blanco en Minneapolis. «No estaba segura de qué podía decirles», dijo la actriz de 38 años en un video para la promoción 2020 de la Immaculate Heart, la secundaria católica privada donde estudió. «Quería decir lo correcto y estaba muy nerviosa, pero me di cuenta de que lo único malo que se puede decir es no decir nada».
Markle, hija de un hombre blanco y una mujer negra y la primera mestiza en la familia real británica en la historia reciente, lamentó que lo que debería ser «una lección de historia» es aún «una realidad».
«Lamento mucho que tengan que crecer en un mundo donde esto aún es el presente», siguió.
Floyd murió asfixiado luego que el oficial Derek Chauvin -detenido, junto a otros tres policías acusados de asistirlo- le clavara la rodilla en el cuello durante casi nueve minutos.
«No puedo respirar», repetía la víctima en una frase adoptada por los miles de personas que tomaron las calles para liderar las mayores protestas por los derechos civiles desde el asesinato de Martin Luther King Jr. en 1968.
Los manifestantes rechazan un racismo sistémico y la brutalidad policial y exigen cambios profundos.
«Sabemos que las vidas de los negros importan», indicó en referencia además al movimiento Black Lives Matter. «Los necesitamos… estoy hinchando por ustedes».
Un portavoz dijo a la prensa que la duquesa «se sintió obligada a dirigirse directamente a estas jóvenes y hablarles de lo que está ocurriendo en este país en este momento por el asesinato de George Floyd, así como de lo que ha estado ocurriendo durante muchos, muchos años y muchas, muchas generaciones a otros innumerables negros estadounidenses».