Hay un dicho popular que dice que la lengua es el castigo del cuerpo.
Y en verdad, muchas veces nos arrepentimos de lo que decimos por las consecuencias que nuestras palabras tienen en nuestra vida.
En la Biblia encontramos versículos que nos hablan del poder que tienen las palabras, sean buenas o malas.
Y no porque nosotros seamos poderosos para hacer que lo que decimos se cumpla, simplemente porque nuestras palabras son un reflejo de lo que en verdad somos.
“Porque lo que sale de tu boca, viene del corazón”, Mateo, capitulo 15, versículo 18.
Dios nos aconseja a través de la Biblia, que tengamos cuidado con lo que decimos.
Muchas veces pronunciamos palabras a la ligera, sin pensar en el efecto que puedan tener en las personas.
“No sirves para nada” “Eres un flojo, un inútil”. “Te va a ir mal en la vida”.
Estas y otras expresiones son frecuentes oírlas en boca de madres o padres y hasta amistades, sin darse cuenta el daño moral y espiritual que están sembrando en aquellos a quienes nos dirigimos.
No se trata de apoyar las conductas erradas de nuestros hijos, familiares o amigos, al contrario es necesario que las conozcan, pero de forma amorosa y educativa los motivemos a cambiar.
Debemos proceder de la misma forma que lo hace Dios con nosotros, ya que somos sus hijos y en su infinito amor siempre nos educa, nos anima y nos exhorta para nuestro bien, a pesar e nuestros errores.
“Más tú, Señor, Dios misericordioso y clemente, Lento para la ira, y grande en misericordia y verdad” Salmos capítulo 86, versículo 15.
Dios te bendiga y te guarde, hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.Ser cristiano no es profesar una religión, es tener una relación personal con Jesucristo como Salvador y Señor de nuestra vida.
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988) beaperiodista@hotmail.com