“Es muy complejo establecer una política de contención para que la gente no salga de su casa, cuando tenemos un país donde no existen los servicios públicos y la gente tiene que salir por agua, por gas, por comida”, denunció Omar Villalba, concejal y líder vecinal en Baruta
“Cuarentena radical” en Caracas. Esa es la orden. Pero, en la práctica, el cumplimiento del aislamiento social y el cierre de comercios depende de la zona del eje metropolitano y de la activación de vecinos e incluso grupos colectivos que garantizan el cumplimiento de la medida. En todos los casos, en las mañanas de la última semana y hasta entrado el mediodía se mantiene la normalidad que permite a los usuarios hacer parte de mercados a cielo abierto como vendedores o compradores, adquirir ropa interior en tiendas e incluso tomar un café a las puertas de alguna panadería.
Ante la aseveración de que “en todas las parroquias de Caracas está circulando el coronavirus”, hecha recientemente por la vicepresidenta Delcy Rodríguez, todo el Distrito Capital y las zonas de Miranda que conforman el eje metropolitano entraron en la “cuarentena radical” ratificada a partir del lunes 29 de junio.
Sin embargo, el acatamiento de esta orden es particular en cada parroquia caraqueña y la razón principal es la necesidad de los ciudadanos de hacer compras diarias de alimentos, al no tener ingresos para llenar sus despensas y cumplir con la mentada petición de quedarse en casa.
La situación se diferencia también entre zonas urbanas en donde las aglomeraciones son más escasas, pero los negocios fuera de los grupos exceptuados, así como bodegones, abren sus puertas en masa, y los sectores populares con música a todo volumen en carros y planta baja de edificios, jóvenes jugando pelota en canchas, personas a las afueras de sus casas, vendedores ambulantes y consumo de bebidas alcohólicas proliferan cada vez más.
El este y sus focos
Con focos en Las Minas y Santa Cruz del Este, los municipios Baruta y El Hatillo, han sido de los más golpeados desde el pasado 16 de marzo por las medidas de cuarentena.
En estas comunidades se han mantenido alcabalas de las policías municipal y nacional y la desinfección es diaria. Sin embargo, Omar Villalba, concejal y líder vecinal en Baruta, destaca que con el paso de los días el incumplimiento a la medida de distanciamiento se hace notable. “Es muy complejo establecer una política de contención para que la gente no salga de su casa, cuando tenemos un país donde no existen los servicios públicos y la gente tiene que salir por agua, por gas… La política laboral no es estable y hay que comprar día a día y los que ganan salario también deben salir a complementarlo, porque no alcanza”, explicó Villalba.
El vecino reconoce que, pese a las marcadas diferencias políticas entre el gobierno estadal con el municipal, en estos municipios se ha establecido una coordinación para prevenir la propagación de casos con seguimiento y aislamiento en nuevos focos, como el que se presentó recientemente en El Cafetal.
En el caso de Baruta, Villalba aseguró que la cuarentena radical “se aflojó” con el paso de los días y la flexibilización de medidas por parte de autoridades policiales. “En este momento es importante que las autoridades puedan ser un poco más activas y de contención para mantener a la gente en sus casas sin generar pánico”, indicó.
En El Hatillo, en cambio, los vecinos manifiestan falta de información en torno a los sectores específicos en los que está presente el virus. Ángel Alberti, residente del pueblo refiere que la presencia de funcionarios policiales no ha mermada, pero asegura que luego de la flexibilización decretada por el Ejecutivo nacional, pocos ciudadanos han retomado la disciplina.
El alcalde de esta jurisdicción, Elías Sayegh, apuntó mediante un mensaje enviado a los vecinos en Whatsapp, que para extremar las medidas se mantendrán las alcabalas en el municipio.
Distinta es la situación más al este, en el municipio Sucre, donde, de no ser por las alcabalas dispuestas a la entrada de esta jurisdicción, que muchos pueden atravesar sin salvoconducto, se podría asegurar que la cuarentena ya terminó. “Esto es gente todos los días, buhoneros hasta la noche y hasta los policías vienen a comprar para acá porque los comercios y vendedores en la calle se quedan con su mercancía hasta las 7:00 pm”, comentó Ariana Blanco, vecina de Las Vegas de Petare.
Otro vecino de Petare, que prefirió omitir su identidad, aseguró que en los días de la cuarentena radical solo ha “aportado una colaboración” a los funcionarios destacados en puntos de control de acceso a Petare y ha podido pasar en su vehículo y repartir su mercancía en bodegas de los barrios.
Desinformación
En videos difundidos a través de Twitter se ve a grupos de personas haciendo ejercicios en la parroquia 23 de Enero luego del atardecer. La descripción indica que es la forma en la que la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y los grupos de civiles armados conocidos como colectivos “castigan” a quienes salen de sus casas luego de las 5:00 de la tarde.
Sin embargo, Carlos Iván Laura, habitante del sector La Cañada, cuenta que no ha sido testigo ni ha escuchado de actos de violencia ni uso de la fuerza por parte de los funcionarios ni de los paramilitares. “A la gente que anda en la calle, ellos le dan una charla sobre por qué no deben salir. Le dicen que esto no es un juego, que, así como se pueden contagiar ellos, pueden contagiar a sus familias”, explica.
En la urbanización Altavista, parroquia Sucre, a Ángel Cacique le preocupa la difusión de información no verificada a través de la mensajería de WhatsApp sobre supuestos casos de personas contagiadas en el sector. Considera que el Estado Mayor, ente encargado de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), debería insistir en difundir datos útiles para la comunidad y no dar paso a la propagación de rumores.
Sí admite que la gente del sector asume con responsabilidad las medidas frente al covid-19, aún así las casi 15.000 familias que habitan la zona dependen del gas doméstico distribuido por los CLAP o de la compra diaria de alimentos, lo que obliga a la mayoría a aglomerarse o agruparse en colas o dentro de los comercios.
En Santa Rosalía, Bertha Mirabal cuenta que, durante el día, el Bulevar César Rengifo de El Cementerio está tan visitado como antes de la pandemia. “La gente sale y no hay distancia social en los locales”, dice.
Cero medidas
En las parroquias Caricuao, Antímano, Macarao, El Paraíso y La Vega denunciaron que la gente se niega a cumplir con las medidas de distanciamiento social también en la semana de restricción impuesta por la administración del presidente Nicolás Maduro. Además, los vecinos refieren que pocos habitantes de estas comunidades se organizan para protegerse en contra del coronavirus.
RECUADRO
En La Vega
Los habitantes de La Vega, con focos de infección en barrios cercanos a Los Cangilones se niegan a cumplir con las medidas de distanciamiento social, según lo denunció Ana Brazón. “Aquí parece que la gente entendió que debían salir más a la calle. Puedes ver hombres jugando dominó, consumiendo alcohol comprando en los locales comerciales sin respetar la distancia que exigen. Un caos, parece que los vecinos no entienden que al contaminarse uno, nos podemos enfermar todos”, apuntó Brazón, habitante del bloque 11 de La Vega.
Adriana Torres vive en la UD4 de la parroquia Caricuao y le asombra que los jóvenes sean los primeros que incumplen con las medidas exigidas para protegerse en contra del coronavirus. “Lo grave es que si comentas o denuncias te lo puedes ganar de enemigos, te dicen de todo, hasta te amenazan. Creo que los vecinos no están entendiendo que la presencia del virus en la parroquia ya no es un cuento de camino, en varios sectores ya se han comprobado personas contagiadas”, alertó Torres, residente de Caricuao.
Génesis Carrero Soto/El Pitazo