Investigaciones revelan que el príncipe habría intercedido ante el gobierno federal norteamericano para ayudar a su amigo la primera vez que estuvo en la cárcel en 2008
El fantasma del abuso sexual de menores acorrala cada vez más al príncipe Andrés de Inglaterra , a medida que la justicia de Estados Unidos desvela explosivos documentos del caso Ghislaine Maxwell, expareja del millonario Jeffrey Epstein, que murió por aparente suicidio en la prisión de Nueva York en agosto de 2019 acusado de tráfico de menores.
La Justicia de Manhattan ordenó esta semana la publicación de esos documentos que refuerzan las sospechas que pesan sobre el hijo de la reina Isabel II desde hace meses, acusado de haber abusado sexualmente varias veces de Virginia Roberts Giuffre, entonces de apenas 15 años.
“Roberts, llamada en los documentos de la corte Jane Doe#3, fue ‘obligada’ a mantener relaciones sexuales con el duque de York ‘cuando era menor’ en el departamento londinense de Ghislaine Maxwell, en Nueva York y en la isla privada de Epstein en las Islas Vírgenes”, afirmó la jueza responsable del caso, Loretta Preska.
Los testimonios, mantenidos en secreto hasta ahora en virtud de un acuerdo financiero pasado entre Giuffre, Epstein y Maxwell, también revelan que el príncipe habría intercedido ante el gobierno federal norteamericano para ayudar a su amigo Epstein la primera vez que estuvo en la cárcel en 2008. Y que el exprofesor de matemáticas convertido milagrosamente en magnate de las finanzas “obligaba a jóvenes menores a tener sexo con Andrés -y con otras poderosas figuras de la política, las finanzas y la realeza internacional- a fin de obtener información que pudiera servirle para un potencial chantaje”. Ghislaine Maxwell, declaró Giuffre, “facilitó” todos esos encuentros actuando como una “madame”.
Maxwell las reclutaba, las entrenaba, les explicaba cómo debían tratar a esos poderosos. Pero sobre todo a Epstein -el primero en aprovechar de ellas- y, con mucha frecuencia, también participaba en la acción. Su poder sobre las jóvenes parecía absoluto.
En esa declaración escrita, realizada en 2015 al FBI y dada a conocer el jueves por la Justicia, Giuffre relata los sórdidos detalles de esa red pedófila organizada por Epstein, ayudado por su expareja. Según los documentos, Epstein había ordenado a la joven “darle al duque de York lo que quisiera y después comunicarle en detalle todo lo que había sucedido en el encuentro”.
El príncipe Andrés habría violado a Giuffre al menos tres veces en diferentes ocasiones. Una versión que el hijo de la soberana de Inglaterra rechaza desde el primer día.
La fiscalía de Nueva York ha solicitado en reiteradas ocasiones y sin éxito al príncipe Andrés que vaya a Estados Unidos a declarar en la causa como simple testigo. El hijo de Isabel II, que por este escándalo fue obligado a alejarse de la vida pública, se niega a hacerlo porque, “según el tenor de sus respuestas, puede convertirse rápidamente en acusado y quedar detenido en Nueva York”, afirman los especialistas.
Durante dos décadas, Jeffrey Epstein montó una empresa de tráfico sexual que superó las fronteras y se ramificó por el mundo. Para ello usó su considerable fortuna y su inagotable agenda mundana, obtenida gracias a su amiga Ghislaine, hija del magnate de la prensa Robert Maxwell, que murió en forma sospechosa al caer de su yate en el Mediterráneo en 1991, dejando cientos de millones de euros de deudas a sus herederos.
Jeffrey no solo usaba reclutadores especializados en su mercado sexual, también usaba a todo tipo de profesionales con el fin de dar legitimidad a sus acciones: desde peluqueros a psiquiatras, de abogados de inmigración a dentistas. Incluso médicos, que prescribían a sus jóvenes víctimas pastillas anticonceptivas y las controlaban periódicamente para prevenir cualquier enfermedad sexualmente transmisible.
Según las víctimas que tuvieron el coraje de denunciarlo años después, ninguna de las personalidades que participaron en aquellas interminables orgías organizadas en la mansión de Epstein en las Islas Vírgenes pareció nunca demasiado preocupada por abusar de menores de edad.
“Nadie nunca nos ayudó”, declaró Sarah Ransome, una joven sudafricana que ganó un juicio contra Epstein y Maxwell en 2017 por tráfico sexual. “Todos alrededor nuestro sabían, porque estábamos quebradas. Pero nadie movió un dedo”, afirmó.
Ghislaine, de 58 años, niega haber ayudado a Epstein a reclutar y “eventualmente” abusar de las tres jóvenes cuyas acusaciones concluyeron con su arresto el 2 de julio en una mansión de New Hampshire y su detención en la prisión de Brooklyn. Su juicio está programado para julio de 2021.
El jueves, sus abogados presentaron una moción ante la corte federal de apelaciones de Manhattan para bloquear la publicación de una de sus declaraciones, junto a unos videos que forman parte de la documentación publicada esta semana. En esas imágenes se vería a Maxwell desnuda, participando activamente en algunas orgías. Sus abogados argumentan que su difusión pública volvería “imposible” la formación de un jurado imparcial.