La semana pasada hablamos de que en un altar se alaba y se adora a Dios.
En esta oportunidad vamos a ahondar un poco más en el tema, para entender que significan, desde el punto de vista bíblico, las palabras adoración y alabanza.
Alabar y adorar a Dios, es la más hermosa manifestación de amor, honor y gloria que los seres humanos podemos dar a nuestro creador y Salvador.
Como debe ser nuestra adoración a Dios, Jesucristo nos lo dice en Juan 4:24: “Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad”.
Cuando adoramos y alabamos al Señor, nuestro espíritu se conecta con Él de una manera tan profunda, que no se puede describir con palabras.
La mayoría de los Salmos que escribió el Rey David, son canciones de alabanza y adoración a Dios.
Veamos algunos de ellos:
“Tuya es la alabanza en Sion, oh Dios y a ti se pagarán los votos”. Salmo 65:1
“Alábenle los cielos y la tierra, los mares y todo lo que se mueve en ellos”. Salmo 69:34.
“Alabadle, sol y luna. Alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas. Alabadle, cielos de los cielos. Y las aguas que están sobre los cielos. Alaben el nombre de Jehová. Porque él mandó y fueron creados”. Salmo 148:3-5.
Cuando nos dirijamos a Dios, no lo hagamos solo para pedirle, hagámoslo para adorarlo y alabarlo, porque Él es digno de todo honor y gloria.
Y esta es su promesa: “Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído”. Versículo 24, capítulo 65 del libro de Isaías.
No olvidemos nunca, que Dios es el único digno de alabanza, adoración y gloria.
Ser cristiano no es profesar una religión, es tener una relación personal con Jesucristo como Salvador y Señor de nuestra vida.
Dios te bendiga y te guarde, hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988) beaperiodista@hotmail.com