El interés nacional puede estigmatizar cualquier discurso crítico con la actuación del gobierno, pero esa búsqueda del lugar intermedio del péndulo democrático no está solo en cómo fiscalizar al ejecutivo, sino en cómo hacerlo para que la oposición no se desdibuje mientras mantiene un rol constructivo
En tiempos de pandemia, nos preocupa la amenaza de los excesos del poder frente a la democracia, el peligro de su concentración en manos de los gobiernos como respuesta a la vulnerabilidad expuesta por la pandemia. Autoritarismo o caos son los extremos del péndulo en el que oscila la nueva geopolítica del coronavirus, pero los márgenes dejan siempre un espacio central, un lugar donde buscar ese equilibrio que evite que nuestras democracias se ahoguen en un nuevo momento “hobbesiano” y el estado de derecho sucumba al autoritarismo.
Nuestra inquietud la define esa porción de libertad que estamos dispuestos a ceder a cambio del resguardo del Leviatán. Preocupan el recrudecimiento de los discursos nacionalistas, el abuso de poder que llegaría de la mano de los nuevos mecanismos digitales de vigilancia, la suspensión de nuestros derechos fundamentales y garantías ciudadanas y las formas explícitas o implícitas de censura.
En circunstancias excepcionales, lo sabemos, el interés nacional puede instrumentalizarse para estigmatizar cualquier discurso crítico con la actuación del gobierno, pero esa búsqueda del lugar intermedio del péndulo democrático no está solo en cómo fiscalizar al ejecutivo, sino en cómo hacerlo para que la oposición no se desdibuje mientras mantiene un imprescindible rol constructivo en tiempos de emergencia sanitaria.
Las repercusiones que el covid-19 puede tener sobre la democracia y el estado de derecho ha generado un debate académico y social que bien pueden ser observados desde diversos ángulos:
-En primer lugar, la idea de la democracia como sistema de gobierno: conceptualmente se considera que es la mejor forma de organización política porque permite respetar la voluntad popular, mantener un estado de derecho y una división de poderes que evitan los abusos de poder por parte de los gobernantes a diferencia de los regímenes autoritarios. En ese sentido, se presenta como el mejor sistema de gobierno que cualquier pueblo del mundo desearía.
-En segundo lugar, la definición de democracia: significa «el poder del pueblo». Esto sugiere que los miembros de la sociedad son el garante de la voluntad del pueblo para decidir la forma en que deben gestionarse las prioridades sociales y las formas de vida del conjunto social, sin embargo, eso me lleva a preguntar: ¿Cómo puede el pueblo ser detentador efectivo del poder cuando este último implica la influencia o control de unos sobre otros? Una respuesta en la evolución histórica de la democracia ha sido el establecimiento de sistemas democráticos electorales o representativos.
-La situación excepcional ha generado cierta preocupación social y académica en Occidente de que el covid-19 lleve a los Estados a restringir derechos y, se produzca una pérdida de la calidad democrática para dar un giro autoritario, que las situaciones de excepcionalidad se conviertan en situaciones de normalidad. Esto me lleva a pensar: ¿qué evolución seguirán las preferencias del electorado, teniendo en cuenta la respuesta que los gobiernos democráticos están aplicando para combatir la pandemia? Para dar respuesta a esta pregunta, tenemos que considerar que el covid-19 ha tenido un fuerte impacto sanitario y económico que ha generado desconfianza sobre la capacidad de los líderes políticos para gestionarla y una fuerte polarización política, lo cual está produciendo un aumento del voto hacia partidos políticos no convencionales o con rasgos populistas o autoritarios.
RECUADRO
Costo de guerra
Resulta necesario reflexionar sobre el paroxismo generado por la pandemia del covid-19, el mundo actual no puede continuar con un estado de sitio global y hay que asumir que este virus, al igual que muchas otras enfermedades en el pasado llegó para quedarse.
La pandemia nos afecta a todos por igual, seamos blancos, negros, indígenas, asiáticos, árabes, hebreos, cristianos, budistas, musulmanes, hindúes, hombres, mujeres, ricos o pobres, etc…, lo que sí es verdad, que es distinto en el enfoque o percepción de cómo afrontarla. Mientras algunos, sostienen que debemos resguardarnos, mantenernos socialmente aislados y paralizar toda la actividad productiva, otros, asumen que frente a ella debe haber el comportamiento propio de los costos que se asumen en una guerra, vale decir, habrá muertos, es lamentable, pero inevitable y aplicar los principios de inmunidad de rebaño para que en el tiempo más corto posible todos sigamos con nuestras vidas.
Leonel Alfonso Ferrer